11/04/2009
maria jose ginovart lluis le da un
7.7
Positivo:
Acogedor, como en casa. Nada más llegar ya nos pareció encantador. Su aspecto experior nos sedujo como el resto de las edificaciones antiguas de Amsterdam. Nada de lujos, el Hotel da la impresión de ser una casa más, típica de esta ciudad. Escaleras rectas y vertiginosas nos dieron la bienvenida. En la primera planta, en una estancia parecida al salón de casa, nos recibió Joana, la regente del Hotel. La habitación, muy amplia y luminosa de alto techo, estaba en el segundo piso, tras subir una empinada escalera. El WC y la ducha de la habitación (las hay sin baño) resultó ser pequeñísimo pero suficiente. Calefacción general. Nos servían el desayuno en la habitación, equipada con mesa y sillas. Las camas cómodas, vestidas con nórdicos. Toallas y ropa de cama limpia. Hay que llevarse el gel y el secador. Personal diligente y agradable. Las noches eran silenciosas. Te duermes como un lirón. Y lo mejor, está cerquita de los museos. Una zona muy tranquila y bien comunicada. Los tranvias 5 y 24 te llevarán al centro. La luminosidad y amplitud de la habitación, el silencio y la ubicación.
Negativo:
No hay ascensor para el equipaje.