6 ciudades alemanas que te curarán el Síndrome del Wanderlust

Fernanda G 4 minutos
Si tú como yo sientes un deseo inexplicable de viajar y descubrir nuevos sitios y este incipiente síndrome se ha convertido en tu nueva filosofía de vida, te tengo un remedio que seguro va funcionar. ¡Vayamos a Alemania!

Si, cuando piensas en Alemania, lo primero que se te viene a la cabeza son coches, fútbol y cerveza, querido lector, es momento de enseñarte por qué Alemania es uno de mis destinos favoritos en el mundo. Descubre conmigo 6 razones por las que tus próximas vacaciones ideales podrían ser en el país de Goethe.  

1. Disfruta la naturaleza de la invernal Garmisch-Partenkirchen en bermudas

Quizás nunca se te había ocurrido visitar un destino típicamente de invierno sin nieve, pero Garmisch-Partenkirchen te hará cambiar de opinión. Esta ciudad se encuentra al sur de Baviera, en la base de la montaña Zugspitze (la más alta del país) y te hará sentir como Heidi en la pradera versión 2.0.

©Marc Gilsdorf

Aunque es un sitio famoso por el après-ski y los saltos de esquí cada Año Nuevo, con la llegada del buen tiempo se convierte en un auténtico paraíso alpino. Sobra decir que las vistas son una pasada; con la tradicional arquitectura y los Alpes de fondo, tendrás likes garantizados en tus publicaciones. Además, es el sitio perfecto para practicar senderismo sin importar si eres un experto grado Saiyajin o si solo buscas relajarte un poco.

Como dato curioso el escritor Michael Ende nació y pasó parte de su infancia en Garmisch-Partenkirchen, por lo que no me sorprendería enterarme que se inspiró en este paisaje tan mágico para crear Fantasía en La Historia Interminable.

©Christian Stadler

2. Baden – Baden, y la good-good life, por si te apetece algo más relax

Seamos honestos: a veces no nos apetece ir a la playa o dárnoslas de cultureta y levantarnos temprano para hacerla de turista; a veces solo buscamos relajación y nada grita más relax que un spa. Una opción que descubrí hace poco es la ciudad de Baden – Baden en el sur de Alemania.

Baden- Baden es conocida por ser un sitio de aguas termales estilo romano con un toque muy afrancesado. Un destino muy chic a las orillas de la Selva Negra. Aquí te sentirás como en el Gran Gatsby -versión alemana- en un spa, ¿qué tal? El agua curativa de este lugar proviene de más de 2.000 m bajo la ciudad, y alcanza temperaturas de entre 50°C y 68°C.

©Baden-Baden Kur- und Tourismus GmbH

Qué el curro te está agobiando? ¿Qué el novio hizo de las suyas otra vez? ¿Qué te cancelaron la nueva temporada de tu serie favorita? El balneario de Friedrichsbad es lo que estabas buscando y no lo sabías. Ya lo decía Mark Twain: “Aquí en el Friedrichsbad te olvidas del tiempo en 10 minutos y del mundo en 20”. Remedio seguro.

3. Finde romántico en Rothenburg al estilo bávaro

Rothenburg es el escenario perfecto de cualquier película clásica de Disney. Esta ciudad pequeñita es perfecta para pasar un finde romántico entre sus callecitas empedradas y sus Fachwerkhäuser, que sobra decir que son una monada. Esa sensación de autenticidad no la encontrarás ni en Disneyland, y lo dice una fan de hueso colorado.

Con el toque perfecto de Gemütlichkeit, este destino es la definición exacta de amor a primera vista porque, una vez que lo conozcas, no querrás volver a casa. Es ideal para presumir de pareja en Instagram -y, de paso, ponerle los dientes largos a tu ex-. Rothenburg creará una atmósfera de momentos increíbles con tu acompañante. No dejes pasar la oportunidad de comer un delicioso postre alemán de la Oma en un típico y acogedor café alemán de toda la vida (como la casita de los 7 enanitos). Hashtag: #vacacionesRománticas

©Rothenburg Tourismus Service, imagen: W. Pfitzinger‌

4. Frankfurt, el Lifestyle de la Blancanieves moderna a orillas del Meno

Frankfurt es la definición perfecta de una ciudad moderna de cuentos de hadas. Como dice mi tía: la primera impresión siempre cuenta, por eso la mejor manera de enamorarse de Frankfurt es desde las alturas. Y te diré un secreto: en la Maintower tendrás las mejores vistas, por lo que no cometas el sacrilegio de olvidar tu cámara de fotos; el móvil no será suficiente. Si resulta que tienes vértigo, tranqui, en tierra firme también vas a flipar. Uno de mis favoritos es el Ebbelwei-express: una especie de tram en versión guay que te llevará por los puntos de mayor interés, como la plaza Römerberg, un pequeño oasis de arquitectura tradicional alemana dentro de la gran ciudad.

Si eres como yo y crees que lo mejor del día es relajarte y disfrutar con los amigos después del trabajo, tienes que ir al Kleinmarkthalle, el mercadillo consentido de los locales. Allí la gente se reúne para tomar una copa y comer una buena salchicha al puro estilo Frankfurter, con su pan y mostaza (¡cómo debe ser!).

©#visitfrankfurt, imagen: Holger Ullmann

5. De fiesta por Hannover, ¿a que no se te había ocurrido?

Hannover es un lugar especial: por un lado, se le considera “la cuna del buen alemán” por tener el acento más claro; y, por otro, por ser una urbe ultra verde. Si realmente no te consideras un lingüista alemán, quizá la segunda característica te encaja mejor. Dicen algunos locales que es posible cruzar la ciudad a través del bosque Eilenriede que -por si no sabías- es el doble de tamaño que el Central Park de NY. Aquí no se andan con pequeñeces.

Y hablando de verde. Como ya ha salido el sol y (por fin) hemos dejado los abrigos en el armario… ¿qué tal irnos de festival? Si para este verano te apetece un plan onda Coachella pero rodeado de naturaleza, date una vuelta por la Fiesta del Lago Maschsee. El festival, que yo no me pienso perder por nada del mundo, se llevará acabo del 1 al 19 de agosto. Conciertos, comida y un ambiente de lo más alegre a la orilla del lago. De esos viajes con amigos para recordar por siempre. ¡Ah! Y para terminar el día como buen hanoveriano saborea una Lüttje Lage. No te desvelaré nada más para no arruinarte la experiencia.

©Christian Wyrwa

6. El lado B de Berlín, 365/24

Yo en este tema soy muy picky, porque soy muy fan de Berlín y me parece una de las ciudades más fascinantes en toda Europa. La clásica recomendación que escuchas cuando le dices a tu compi que irás a Berlín es que salgas de fiesta por Kreuzberg, el barrio hipster del que todos hablan. No me lo tomes a mal, la fiesta en Berlín es de lo más divertida, pero si tuviera que elegir me quedo con su historia y su sensacional propuesta cultural.

Para mí, recorrer Berlín a pie es un plan increíble. Empieza por la Isla de los museos, donde te recomiendo que te tomes tu tiempo porque es un auténtico paraíso para los amantes del arte (y los que no, también). Cuando sientas que las piernas no dan para más, relájate y disfruta del buen tiempo como todo berlinés: a las orillas del río Spree con una cerveza en mano. ¡Planazo!

©visitmate

Continúa con la Cinemateca Alemana, que es un pasada -y de noche aún más-; el clásico edificio del Reichstag y la Fernsehturm son otros must, que si yo fuera tú no me perdería ni de broma. Si buscas la instantánea perfecta, la icónica puerta de Brandenburgo es la respuesta; seguro te has visto este monumento más de mil veces en libros y postales, pero apuesto a que cuando la veas en vivo te vas a tener que sentar.

Al caer la noche Berlín se transforma: ya sea que busques fiesta, un espectáculo o simplemente una buena cena, la ciudad te demostrará por qué su oferta de ocio y gastronómica es de las mejores en Europa. Tu mayor problema será elegir a dónde ir. Recuerda que no te puedes ir de la ciudad sin probar la currywurst y una Berliner Weisser. Y, si puedes, no dejes pasar la oportunidad de escuchar a la Filarmónica de Berlín gratis (palabra clave) en sus conciertos de Lunchkonzert. ¡Vas a alucinar!

©visitBerlin, imagen: Philip Koschel

No te sorprendas si al volver de este viaje te das cuenta que extrañas al Ampelmann en las calles, de repente pides en tu bar de siempre una Berliner Weisser o te has pillado mirando tutoriales en YouTube para hacer una currywurst. Tranquilo es normal, son síntomas de que has caído víctima del encanto alemán. Bienvenido al club.

(*) Foto portada: © Rothenburg Tourismus Service, imagen: W. Pfitzinger‌