Cómo lucir en verano, y no morir en el intento

Sergi Rodríguez 2 minutos
Hoy has tenido un sobresalto: ¿el del otro lado del espejo eras tú o una versión desmejorada de Freddy Krueger? ¡El verano se acerca y toca pensar en una mano de chapa y pintura!

La ‘Operación Bikini’ no es solo cosa de ellas (vale, lo del bikini sí, pero ese es otro tema). Y vas a tener que ponerte manos a la obra ya mismo si quieres llegar a tiempo. De lo contrario, este verano tu paso por playas y piscinas despertará comentarios del tipo “No sabía que Torrente tuviese un hermano”. Porque una cosa es la obsesión por la imagen Nivel CR7 y la otra, muy distinta, creer que esa barba desaseada, esa piel untuosa y esa panza creciente forman parte de un atractivo look casual. ¡Casual es que la Brigada del Buen Gusto todavía no te haya arrestado, gañán!

Admítelo: a tu espalda solo le falta un ‘Bienvenido’ para ser un felpudo. Reconócelo: hasta Indiana Jones tendría problemas para encontrar tu six pack bajo esa capa de grasa. Sincérate: entre tus cejas hay un puente de pelo que ríete tú del de Blas, el amigo de Epi. A menos que te estés preparando para hacer de Hagrid en una adaptación castiza de ‘Harry Potter’ sigue leyendo; hoy comienza la ‘Operación Bermudas’.

Donde hay pelo hay… ¿calor?

En un extremo están los nadadores profesionales y en el otro, tú. Los primeros, además de tener una espalda en la que te podrías tumbar a echar una siestecilla, lucen un cuerpo libre de bulbos pilosos (vamos, lo que vendría a ser el pelo de toda la vida). En tu retaguardia, en cambio, se podría rodar un remake de ‘Cariño, ¡he encogido a los niños!’… solo que las pobres criaturas no conseguirían escapar del bosque peludo que se expande desde tus hombros hasta tus nalgas. Solución: echar mano del láser diodo SHR cual Jedi posmoderno. ¿SHR? Iniciales de Super Hair Removal, palabras que suenan a promesa de una vida libre de vello.

¿Cómo? ¿También ostentas una mata en el pecho a lo Austin Powers? Puestos a hacer limpieza a fondo, siempre puedes pedir que te pasen la maquinita por el tórax (o optar por la más clásica cera caliente); ¡a lo mejor, hasta se adivina algo parecido a unos pectorales!

Hablando de temas peliagudos: si notas que tu azotea comienza a estar demasiado expuesta al sol (¡cuántos eufemismos para no decir calvicie!), unas sesiones de láser terapéutico de baja potencia combinadas con ozonoterapia o un tratamiento de mesoterapia capilar alejarán de tu futuro la tan temida antonioresinesación. ¡Alopecia, sal de este cuerpo!

Cuando las barbas de tu vecino (hipster) veas cortar…

Las barbas, esas prótesis naturales tras las que millones de hombres han (hemos) conseguido esconder tantos defectos de serie, son como las plantas: hay tratarlas con cariño, dedicarles tiempo e, incluso, hablarles. Ojo: tampoco estoy diciendo que si eres de los que ha optado por el peludo complemento te la recortes como si fuese el césped del Masters de Augusta de golf, pero de ahí a parecerte al Tom Hanks de ‘Náufrago’ hay un abismo.

Para encontrar un punto intermedio, opciones hay muchas. Desde hacerte con un kit para el cuidado de la barba (en el que no puede faltar una maquinilla con más velocidades que el monoplaza de Fernando Alonso) hasta ponerte en las manos expertas de un barbero. Y teniendo en cuenta que vivimos en plena Era del Hipsterestoceno, la oferta es basta. De hecho, podrás averiguar lo cool que es tu ciudad en función de las barberías (perdón: barber shops) que proliferen en sus barrios. Desde las más modernas, que además del cuidado y recorte del vello facial ofrecen masajes capilares o depilaciones de cejas, nariz y orejas (¡si Yoda las hubiese conocido!) hasta las de toda la vida, como la Peluquería Vallejo de Madrid, que ajena al paso del tiempo poda excesos capilares masculinos desde 1908.

Adiós a las lorzas

La vida es injusta: una cervecita al día, un bistec con patatas fritas al día y un bocadillo de chorizo al día se han convertido en ese flotador interno que rodea tu cintura. ¿Acaso no sirve de nada enfundarse cada domingo las mallas ultra-tech, ponerse la camiseta dry-fast y calzar las deportivas air-flow para correr al trote cochinero esos terribles 15 minutos? Quédate con este concepto: cavitación ultrasónica.

Lo único que tendrás que hacer es tumbarte y dejar que te masajeen las lorzas con un artilugio de aspecto futurista. Tú no lo verás, pero dentro de ti la grasa comenzará un proceso de liquidificación, y convertida en fluido saldrá de tu cuerpo de forma natural (¿hace falta que te cuente cómo?). Y no te relajes, que la grasa saldrá de tu cintura pero tus arterias seguirán más colapsadas que los pasillos de El Corte Inglés en rebajas, así que deja de comer como si no hubiera un mañana.

Por cierto… ¿esa cosa que tienes al final de las piernas son tus pies o las zarpas de un orco de la Tierra Media? Como te estarás unos cuantos meses con las pezuñas al aire, asegúrate de que tengan buen aspecto. Además de pasar por una sesión de pedicura, podrías ir pensando en la ictioterapia, a saber: sumergir tus pies en un fish spa, donde unos pececillos llamados garra rufa se darán un festín con las pieles muertas que los recubren mientras te hacen cosquillitas. Al terminar la sesión, estarán más suaves que el culito del ‘David’ de Miguel Ángel.

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Ahora sí, ya puedes comenzar a buscar bermudas, chanclas y bañador. ¡Que el verano no te pillará desprevenido!