Dietas de adelgazamiento, viajes, los hombres, otra vez los hombres..., incluso un desternillante pueblo de pescadores sin mar formarán parte de esta obra de inspiración surrealista y humor elegante.
Cuenta la historia que cuando avanzaban los franceses para merendarse a los españoles la antepasada centuria, unas cuantas mujeres se fueron a primera fila y retrasaron, a golpes de mosquetón, la marcha de los invasores. Los ingleses, por su parte, no han dejado de glorificar las hazañas de Peggy, Betty y Mary, un terceto de aguerridas piratas que consiguieron en su tiempo hacer palidecer con su arrojo al propio Drake.
Las crónicas hablan de vampiresas, de unas cuantas forajidas que hicieron fortuna con el contrabando y de aquellas damas espías que torcieron batallas de los hombres con la elegancia de sus estratagemas.
Me siento pulga surge, cuando se descubre que emular las hazañas de aquellas heroínas es hoy una tarea imposible. Ni hay mosquetones ya, ni tampoco invasores. No hay barcos piratas, ni tesoros que viajen por el mar. Por no haber ya no hay espías. Jardiel y Mihura: una pizca del uno, unas gotas del otro y un aperitivo de los dos. Para eso están, para beber del aire y saltar como pulgas, de una rama del amor a la que queda un poco más allá.
`Me siento pulga´, es una obra de inspiración surrealista y humor elegante, crítico e irónico en el que entre otros temas, surgirán el de las dietas de adelgazamiento, viajes, los hombres, otra vez los hombres..., incluso un desternillante pueblo de pescadores sin mar.