Anni B Sweet viene a
sumarse a esa pequeña nómina de artistas indies nacionales cuya música puede llegar, afectar, a un público amplio, indie y no indie.
La cantautora folk-pop Ana López (Málaga, 1988) ha venido sumando sin cesar afiliados a su club de fans desde que colgara algunas (grandes) canciones en MySpace, y ahora que tiene disco oficial su fama solo debería estallar del todo.
Anni B Sweet viene a
sumarse a esa pequeña nómina de artistas indies nacionales cuya música puede llegar, afectar, a un público amplio, indie y no indie. ¿Quién se resiste a esas melodías o esa voz cristalina capaz de
romperte y reconstruirte al mismo tiempo? Si todavía queda justicia poética en el mundo, o algo de buen
gusto en España, “Start, Restart, Undo” debería ser un éxito.
Ana-Anni inventa canciones desde los 7 años, y eso se nota. En el principio
fueron improvisaciones a capella desde el asiento trasero del coche de su padre;
bosquejos de canción inspirados por lo que veía o sentía en ese momento. También se le daba bien
hacer freestyle pop sobre los samples de un órgano de juguete. Llegarían después los primeros
grupos: uno de versiones, otro más serio y de rock’n’roll, o aquel dúo con un amigo bajo
la briosa influencia de Belle and Sebastian. Y al final del camino –o el brillante principio, según
se mire– sus canciones en solitario, su versión personal e intensa del legado de Bob Dylan, Joan Baez,
Kate Bush o Cat Power.
Ya en Madrid grabó una maqueta con Brian Hunt (exRussian Red, Templeton, Half
Foot Outside) y Javier Doria (The Melocotons) y el resto vino solo: éxito total en MySpace,
victoria en el concurso de maquetas de Arindelle Records y EGO, número uno de las mejores maquetas del
2008 para la revista Mondo Sonoro, shows abarrotados, una invitación para telonear a
Antonio Vega o, at last but not least, su condición de fichaje estrella del FIB… sin disco en la
calle.
El porvenir de esta chica debería ser dulce, como su apellido artístico o las
canciones de ese primer disco tan poco primerizo. “Iniciar, reiniciar, deshacer”, dice
el título. Por supuesto. El caso es no conformarse, sino pelear –suavemente– por la vida o la música
que uno desea. Y así surgen canciones como estas doce primeras de Anni B. Sweet, de apariencia sencilla pero arreglos trabajados, instrumentación riquísima y malabarismos sonoros; Brian Hunt
vuelve a lucirse en la producción como ya hizo en la maqueta. Por momentos deja uno de pensar en el
canon folk clásico para hacer comparaciones con Micachu, St. Vincent y otras chicas traviesas del
(art-)pop moderno.
Son canciones dulces pero menos, porque en esas melodías de parque en
primavera puede haber espacio para preguntas difíciles; dudas sobre sentimientos de uno mismo y del otro, angustias cotidianas, traumas latentes. Canta Anni en “Mr. D”: “Supongo que tengo
que coger mi guitarra una vez más / y cantar mis últimos pensamientos sobre nuestro amor
imposible”. Lo canta en inglés convincente –estudio en un colegio británico–, como todo el disco, salvando “Tumbado en mi
moqueta azul”, la única canción no compuesta por ella.
Al final suele haber un rayo de sol colándose por la ventana: ella olvida,
perdona y gana.
Y todos ganamos escuchándola. El viento se serena, las nubes se quedan en leve
adorno y el invierno acaba de una vez. Gracias.