Planes para huir del sistema que no te atreves a cumplir

Alberto Piernas
Con La Rioja me pasa como cuando era pequeña y me empeñaba en ver la misma película una y otra vez: que nunca me canso de ella.
El sistema no pasa por su mejor momento, si es que alguna vez lo hubo. Ya lo anunciaban viejos eruditos cuando decían que terminaríamos erosionando la conciencia humana. Porque en una época en la que los misiles se calientan (y la boca de algunos), los árboles se siguen talando y un Gran Hermano planea celebrarse en Marte, huir del sistema parece una tarea más a apuntar en Google Calendar. O en un papel, sin más.

Comienza el día. Tú te preguntabas si ‘El Show de Truman’ no sería demasiado exagerado, pero tampoco es que tu vida diste mucho de la película del señor Carrey: saludas al mismo portero, tomas el chai latte con dos de azúcar y tienes que hacer la postura del cuervo cada vez que interrumpes a la mujer de la limpieza. Otro café, ninguna notificación; al parecer ya no eres tan importante. Y las facturas siguen llegando, claro.

Tienes que comprarte una camiseta con flamencos, ¿o era de brontosaurios? Vuelves a comprobarlo en Instagram. Y cortarte las uñas, porque no querrás que nadie en clase de judo te sugiera que te compres unas tenazas. Finalmente, al salir de ese restaurante el señor Google te sorprende a la salida preguntándote por una reseña.