A Nîmes y Avignon en tren: de plan a planazo en 3 minutos y medio de lectura

Henar Ortega
Me dijeron “nos vamos a Nîmes y Avigon”, y yo dije “vale, perfecto”. A ver: yo soy una de esas personas a las que les atrae lo no convencional. Lo que no viene a cuento. ‘Sólo los peces muertos siguen la corriente del río’, ese rollo. Así que un buen plan inesperado como irme a Nîmes y Avignon era irrechazable. Y allí que me fui.

Ahora, desde que volví, he perdido la cuenta de las personas que me han preguntado que qué tal aquello, que si es buen plan, que si son bonitas estas dos ciudades del Sur de Francia, y que están pensando en ir. En resumen, aquí servidora marcando tendencia, para qué negarlo… Para todos ellos, y para ti lector ávido de información, aquí va mi relato de lo ocurrido, dejando por supuesto algunas cosas sin contar para que las descubras in situ.

Lo primero, cómo llegar

Planazo en tren: te sientas, y en 3 horas más o menos estás allí desde Barcelona (un poquito más si vas desde Madrid, pero en AVE es un visto y no visto). Y con el glamour añadido de que es el mismo tren que va a hasta París, que eso siempre es un plus. Lo que iba diciendo: con la alianza en alta velocidad europea entre Renfe y SNCF, lo que es el trayecto lo tienes hecho. Bien cómodo, descansado, y con bonitas vistas por la ventanilla. Playas como la del final de ‘Los 400 golpes’ de Truffaut, Sète con sus barquitos ordenaditos… Un placer relajado ir viendo estas preciosas estampas en un súper tren de estos de dos pisos en el que todo niño ha soñado con subirse.

Y PUM, cuando te quieres dar cuenta estás en Nîmes

¿Que qué te espera allí? Un anfiteatro que bastante poco tiene que envidiar al Coliseo romano (tienes que entrar, es una pasada); la Maison Carrée, que es como un panteón estupendo y muy bien conservado (no merece la pena entrar pero sí deleitarse con la vista desde fuera); callecitas repletas de terracitas, y en general un paseo muy agradable, llegando a un precioso jardín a las afueras que recomiendo no perderse a nadie, excepto a los alérgicos al pólen, a las gramíneas y al olivo. Hasta aquí puedo leer.

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En pleno centro, y con vistas a la Maison Carrée, está el Museo de Arte Contemporáneo Carré d’Art, construido por… Mira, vamos a hacer una cosa: piensa en un nombre de mega arquitecto de reconocimiento mundial al azar y al final del artículo te digo de quién es obra y compruebas si lo habías adivinado. Además de numerosas exposiciones temporales de arte conceptual con buenísima pinta, el Museo tiene una terraza arriba del todo con un restaurante en el que puedes probar delicias de la zona con inmejorables vistas. Muy recomendable.

¿Y qué delicias serán esas? Pues resulta que en Nîmes es donde se inventó la brandada de bacalao. ¿Cómo te quedas? Pues sí, esa especie de argamasilla tipo bechamel con bacalao nació aquí. Y la tienen en todas partes, en todos los formatos. Aunque en croqueta no, olvídalo. Otra atracción gastronómica de la zona es el vino: el Costières de Nîmes es famoso en el mundo entero. Allí aprecian más el rosado. En cualquier caso, un vino imperdible.

N?mes - France

Y voy a detenerme en la sección inventos de Nîmes. Porque, ¿sabías que la tela vaquera se inventó en Nîmes? Y atención a la anécdota completa porque es de traca: cuentan orgullosos los lugareños que alguien llevó esa tela a Génova, para más tarde acabar llegando a Norteamérica. ¿Y qué pasó? Pues que allí la fonética hizo de las suyas, y la tela se quedó en Denim Jean. Poco me queda por añadir, te dejo que saques conclusiones… (¿sabéis de los niños canarios que se llaman Usanavy? Pues eso…). Además en Nîmes está la fábrica de Haribo, y es la ciudad de la que es originaria el agua Perrier. Ahí es nada.

Lo ideal es pasar el día en Nîmes y al día siguiente poner rumbo a Avignon

A 30 minutos en tren y con frecuencias continuas. Si ya estás cantando “Sur le pont d’Avignon” vas bien: ‘¡qué bonito es ese puente quebrado!, ¡no dejes de coger el barquito para cruzar el río y pasear por la frondosa orilla, rodeado de deportistas, naturaleza, y bellas vistas! Además del puente, Avignon suele denominarse ciudad papal, ya que fue el lugar donde vivieron los máximos mandatarios de la Iglesia Católica durante el S. XIV. Así que podrás pasear entre hordas de turistas (la mayoría de la tercera edad) por entre las moles edificadas al efecto. La verdad es que impresionan, tan blancas, tan mazacotes… Pasear por sus jardines sí que es una delicia. Y por lo demás, Avignon es un lugar también repleto de mesitas en las calles, hornos artesanos, y muy buen ambiente para pasar una relajada jornada de paseos y turismo sin prisas ni estrés de ningún tipo.

Avignon (Provence, France)

Vistas estas dos ciudades, y tras un par de días de desconexión provenzal estupenda, una se sienta en su vagón de tren de vuelta, se sigue relajando, entreabre los ojos en los puntos más bonitos del trayecto, y sin darse cuenta está en Barcelona de nuevo. Como por arte de magia.

Por cierto que si alguien quiere quedarse más, la misma línea de tren Renfe – SNCF conecta España con Francia por múltiples ciudades: Aix en Provence, Marsella, Niza, Lyon e incluso Paris. No dejes de echarle un ojo, que es una forma súper cómoda de viajar por el país vecino.

Ah, y el Museo era de Norman Foster… ¿lo habías acertado?