1 año en 1 post por A. Vázquez-Figueroa

Silvia Carreño

Alberto Vázquez-Figueroa (Santa Cruz de Tenerife 1936)

Creció entre Marruecos y el Sahara hasta los dieciséis años. Profesor de submarinismo, periodista y corresponsal de guerra, director de cine y escritor.

Vázquez-Figueroa es un inconformista, un aventurero incansable que no se resigna y que siempre ha conquistado a su público con un verbo ágil, punzante y sincero.

Como Joseph Conrad o Julio Verne, sus autores de juventud, es un contador de aventuras nato. Y por eso, pesar de ser uno de los autores más vendidos en español, no es de los que se acomodan y ahora contraataca en formato web, anunciando que habrá dos ediciones de sus libros, la ‘cara’, que se venderá en librerías, y la que se podrá descargar desde su página web.

El último libro de Vázquez-Figueroa, Saud el Leopardo sólo se puede comprar online o descargar gratis (PDF) en Bubok.

Anatomía del 2008

El año 2008 ha sido un asco pero en realidad él no ha tenido la culpa. Un año no son más que los 365 días que los desalmados emplean en robar y hacer daño a sus congéneres y en esta ocasión han contado con un día más a la hora de fraguar iniquidades.

Y es que el desgraciado 2008 nació de culo y bisiesto. Lo único bueno que ha tenido es que concluye la presidencia de Bush.

Bush ha sido un asco de presidente. El peor presidente y el peor año suman un asco al cuadrado. Bienvenido 2009, aunque tan sólo sea por librarnos del 2008 y de Bush. Por primera vez en mi vida me alegro de que el futuro se presente negro.

En el argot cinematográfico existe un término muy concreto: “Cierra en negro”. Significa que la pantalla queda en tinieblas, pero cuando la película continúa, y la película de la vida siempre continúa, aparece un círculo de color y la historia se reanuda con nuevas esperanzas.

Ineptos y corruptos han hundido a la humanidad en una crisis que tan sólo puede calificarse de “humillante”. Familias dignas, empresarios honrados y esforzados obreros se han encontrado de pronto con que, pese al duro trabajo de una vida, políticos canallescos y ejecutivos sin escrúpulos les están obligando a suplicar como a mendigos.

Millones de manos perderán unos callos de los que sus dueños se sentían orgullosos. Pero ahora envían esas manos al paro y ni siquiera les dan la oportunidad de luchar en una guerra. Las guerras son terribles, pero al menos permiten demostrar coraje y rebeldía. Y morir dignamente.

El actual expolio tan sólo conduce a la degradación y la vergüenza, porque no existe fusil capaz de enfrentarse a una hipoteca, ni bala que atraviese el cráneo de un impasible funcionario parapetado tras una fría mesa de despacho. Y ya ni siquiera repiten la horrenda cantinela: “Vuelva usted mañana”, que al menos alimentaba una remota esperanza de solución.

Ciento setenta y cinco años después de que Mariano José de Larra publicara su famoso artículo prefieren concluir con una frase que suena a epitafio:

“Y no vuelva nunca”.

Alberto Vázquez-Figueroa

Gracias por contar tu visión de 2008 Alberto.