Una cita en Roma y olvídate de París mon amour

Mireia Broca
Que sí, que vale, que París es la ciudad del amor y que no hay nada como pasear en góndola por los canales de Venecia con la persona a la que amas. Pero hoy no estamos aquí para defender estas dos fábricas de cupidos, sino para reivindicar la ciudad donde tendrás la mejor cita de tu vida: Roma.

Si lo que quieres es impresionar a tu acompañante (da igual si es chico o chica) y habéis decidido ir a la capital de Italia, aquí van cuatro consejos para que terminéis el viaje llamándoos con apodos pastelosos y pegados como dos ositos de gominola abandonados al sol

¿Nos vamos a poner cursis? Un poco. ¿Ñoños? Bastante. Pero qué le vamos a hacer, a veces apetece celebrar eso a lo que llaman amor.

Elige un buen sitio donde alojarte

¿Por qué Roma es una ciudad romántica? Porque es un decorado vivo. Sus piedras respiran y soplan historias antiguas, épicas, íntimas. Es una ciudad en la que todo el mundo se pone de acuerdo a la hora de comer: ¿a quién no le gusta la comida italiana? (Bueno, vale, a los celíacos). Una ciudad con vistas: qué románticas son las panorámicas cuando se pone el sol.

[redbox text=”Las veces que he ido he terminado en el Vaticano (no en casa del Papa, sino en la ciudad). Allí hay hoteles que combinan buen precio y calidad.” position=”right”]

Así pues, tú solo tendrás una responsabilidad: no meter la pata cuando reserves el hotel. Estamos en una ciudad turística, durante todo el año hay ofertas de alojamiento, paquetes de vuelo más hotel y mil categorías para todos los estilos, nóminas, autónomos y afortunados hijos de papá. Las veces que he ido he terminado en el Vaticano (no en casa del Papa, sino en la ciudad). Allí hay hoteles que combinan buen precio y calidad, pero es importante fijarse en las comunicaciones, ya que el metro no llega a todas partes y por la noche es fácil encontrarse un poco tirado.

Yo también quiero ser Audrey Hepburn

No sé si “Vacaciones en Roma” es la película más romántica del mundo, pero seguro que estaría entre las top 10. Úsala de guía. Lleva a tu pareja a la Bocca della Verità y pon la mano en la boca del león. Cuánto azúcar para un diabético, qué momentazo para unas risas tontas.

La leyenda dice que debes formular una pregunta y si mientes en la respuesta, el felino te la comerá. Es un juego, planteas cuestiones que te jueguen a favor en tu plan conquistador y si tienes que eludir la verdad, hazlo.

Vigila con lo que deseas

Aunque haya más gente que en la cola de un policlean del Primavera Sound, sentirás cómo la fuerza de lo romántico está contigo cuando te acerques a la Fontana di Trevi. El contraste entre la monumentalidad del conjunto escultórico y la plaza diminuta en la que está encajada (algo que a mí me encanta. Es como meter un elefante en una caja de zapatos) acompañado de la banda sonora del agua fluyendo producen una especie de cosquilleo emocional.

Evidentemente, debes pedir un deseo, ponerte de espaldas y tirar una moneda. Pero, ¡atento!, no dejes que tu acompañante lance dos monedas, ya que si es así, según cuentan, se enamorará de un italiano o italiana. En el caso de tirar tres, os acabaréis casando, que no sé que es peor.

¿Cómo? ¿Has reservado entradas? ¡Qué detalle!

Porque no es el sitio más común, porque hay poca gente, porque no sabes hasta qué punto todo aquello es real y porque tiene poca luz, el subsuelo del Vaticano es un rincón romántico diferente.

[redbox text=”Verás cómo sumas puntos cuando vea que no te tomas el viaje a la ligera y que has sido previsor.” position=”right”]

No hace falta comprar entrada anticipada para entrar en la Basílica, pero sí para visitar la necrópolis vaticana donde dicen que está la tumba de San Pedro (el que la lio tanto que dio nombre al edificio de encima). El contraste con la monumentalidad de lo que sabes que hay arriba, la humedad de estar bajo tierra y el viaje siglos y siglos atrás a través de la lección de historia de la guía (aquí no podéis ir por vuestra cuenta) convierten esta visita en muy recomendable. Como por temas de conservación solo permiten la entrada a 250 personas al día en grupos de 12 como máximo es imprescindible reservar con antelación. Verás cómo sumas puntos cuando vea que no te tomas el viaje a la ligera y que has sido previsor.

Muy mal se te tiene que dar la cena para no…

Cae la tarde y callejeas por el Trastevere, un barrio de artistas, adoquines, tiendas monas, vías estrechas y súper, súper, súper romántico. Aprovecha para quedaros a cenar, hay restaurantes muy chulos, ambiente y movimiento. Insisto, tienes que liarla mucho para que la noche no termine como habías planeado.

trastevere

Dejaros caer algún día por Baffetto. Degustad una de sus excelentes pizzas y disfrutad del espectáculo. Según el día, los camareros se pelean como en una opereta. Sí, hay ruido, mucha gente y autóctonos con los que tendrás que ir con cuidado porque son muy hábiles en el arte de colarse.

Estírate e invita a tu pareja a un helado de Giolitti. Recuerda pedir que lo acompañen con crema (nata). Y ya que estás, deja que pruebe el tuyo aunque te fastidie tener que compartir. ¡Que hubiera elegido el mismo sabor que tú si tanto le apetece ahora!

Llévate un candado

Si a ti te va el amor tirando a “choni”, tranquilo, estás en la ciudad que lo inventó. Federico Moccia fue el culpable de que puentes de infinidad de ciudades del mundo estén a punto de ceder por culpa de los candados que cuelgan los enamorados para luego tirar la llave al río que los cruza. El lugar original, el que aparece en la novela del escritor italiano, está en Roma. Es el Ponte Milvio. Ya que estás haceros hueco entre los adolescentes y cerrad el vuestro.

Love Locks in Italy - ROMA AMOR

Arte que pone

Aunque no lo parezca, un trozo de mármol bien esculpido puede subir la temperatura de vuestro viaje lo suficiente como para llegar más temprano al hotel ideal que habrás reservado.

Estoy hablando de una de las esculturas representativas del Barroco, “El éxtasis de Santa Teresa” de Bernini (si ahora no te suena, saldrás de Roma siendo un experto en Bernini). Aunque el nombre ya lo anuncia, no esperas admirar a alguien que deja en una simple aprendiz a Meg Ryan en “Cuando Harry encontró a Sally. Las fotocopias de selectividad no transmiten la belleza, fuerza y emoción de esta escultura situada en Santa Maria de la Vittoria. Os dará juego.

Si regresas de Roma y ella o él no se ha rendido a tus pies, no culpes a Roma, ella lo ha puesto todo para que funcionara. Porque sí, que vale, que París es la ciudad del amor, pero no te dejes engañar, Roma es la auténtica romántica.

FINE