Tus comidas con queso… saben a beso

Nadia Arenas 3 minutos
Inspiró los famosos relojes blandos de Dalí, Pedro Duque pidió llevarse unos cuantos al espacio y hasta tiene un Día Internacional. Pero ahí no acaba la cosa: no son pocos los estudios que avalan sus múltiples propiedades, asociando su consumo, entre muchas otras bondades, a elevados niveles de felicidad. Investigaciones a un lado, lo que sí está comprobadísimo es que tiene calcio, proteínas de alta calidad y está tan bueno que cuando haces pop ya no hay stop. Estoy hablando, por si aún tuvieras alguna duda, del queso, un alimento con más legiones de fans que Madonna y los Beatles juntos.

Así como hay accidentes que pueden tener consecuencias catastróficas, a veces sucede justo lo contrario: que de un descuido acaba surgiendo algo capaz de cambiar para siempre la historia de la humanidad. De este modo es como nacieron la penicilina, el microondas y, si hacemos caso a algunas leyendas, también el queso.

Se dice que fue un pastor que había guardado un poco de leche en el estómago de un rumiante quien al abrir el improvisado recipiente descubrió, para su sorpresa, que el blanco líquido se había transformado en una masa coagulada. Acababa de nacer un alimento con más capacidad de adicción que Instagram para un millennial: el queso.

Iníciate en el fascinante mundo del queso

Hay quienes presumen de ser amantes del queso pero, a simple vista, les cuesta incluso diferenciar entre una burrata y un poco de porexpan; o todavía peor: que aun habiéndose llevado a la boca un pedazo, sus papilas gustativas son incapaces de determinar si lo que han comido es otra aberración industrial más o un queso con Denominación de Origen Protegida. Poner remedio a esta falta de conocimientos, aunque parezca complicado, tiene fácil solución: un curso con el que aprenderlo todo sobre corte, variedades, diferencias entre ellas, aplicaciones culinarias y, cómo no, maridaje. Y es que con el queso pasa como con la ropa: por muy exclusiva que sea la prenda no quedará bien con cualquier cosa.

 

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El queso como excusa para hacer un viajecito

Roquefort, Gouda o Parma son, para un amante de este producto lácteo, como Chipiona para un fan de Rocío Jurado: un lugar de culto de obligatoria visita al menos una vez en la vida. La lista de poblaciones por las que todo amante del buen queso se debería dejar caer, por fortuna, no acaba ahí.

En la región francesa de Normandía encontramos Camembert, un diminuto pueblo con vacas salpicando el paisaje que se ha hecho famoso por su excelente queso de pasta blanda y corteza blanca. De esta visita no puedes pasar por alto la Casa del Camembert, que incluye museo y lugar de degustación. Sin salir de Francia, también son altamente recomendables Brie o la región de Auvernia, que produce el mayor número de quesos con el sello Denominación de Origen Protegida del país.

 

Aunque no solo de quesos franceses vive el hombre. A Italia debemos productos tan exquisitos como la mozzarella, el gorgonzola, la menos conocida scamorza o el parmesano, con un valor tan alto que algunos bancos del país lo aceptan como garantía para conceder un crédito.

Gouda y Edam en Holanda, Stilton y Cheddar en Gran Bretaña, el cantón de Appenzell en Suiza o el valle del Roncal en España son para los amantes del queso lo que Magaluf para un joven británico: el destino soñado.

Dónde hincharte a queso sin salir de tu zona de confort

Estás harto de decirlo, pero detestas casi todo lo que implica viajar: meter toda la ropa de una semana en una bolsa minúscula, prometerle a tu madre que vas a tener cuidado, sufrir por si te han metido droga en la maleta, no entender ni papa de lo que te dicen en tu nuevo destino…

Pero si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Vamos, que no hace falta hacer más kilómetros que Willy Fog para poder meterte un buen queso entre pecho y espalda. De un tiempo a esta parte, las queserías han vuelto a ponerse de moda en nuestro país y en ciudades como Madrid o Barcelona están proliferando locales que, tras sus vitrinas, esconden quesos venidos de casi todos los rincones del mundo.

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¿Tal vez prefieres que te lo den todo hecho? Acércate a restaurantes como el madrileño Poncelet Cheese Bar o el barcelonés Cheese’s Art, empeñados en explorar las (casi) infinitas posibles aplicaciones gastronómicas de este producto.

¿Aún sigues tenido ganas de más? Aquí tienes

Si tu desmedida pasión por este alimento no tiene límites, lánzate colina abajo tras un queso de varios kilos o atrévete a probar el Casu Marzu, típico de la isla italiana de Cerdeña y que solo podrás conseguir en el mercado negro. Parece ser que el hecho de que en su interior albergue larvas de mosca viva no ha hecho demasiada gracia a la legislación europea, que ha decidido prohibir su venta. ¿Y qué me dices de elaborar tu propio queso? Arremángate, ponte manos a la obra… and ¡say cheese!