Tipos de personas que encontrarás en tu avión este verano

Alberto Piernas
Ay las vacaciones, y los libros que ya empezaban a coger polvo, los pareos, las colas kilométricas. . . y los VUELOS. O, mejor dicho, esos tipos de persona que encontrarás en tu avión este verano mientras tomas la enésima copa de vino blanco burlando al jet lag.

Si hay algo que nos ofrecen los aviones a diferencia de cualquier otra cosa en el mundo es el tiempo suficiente para no hacer nada. Disponemos de un tiempo preciado para observar las nubes en las que nos gustaría tumbarnos, leer un libro, estrenar ese antifaz que nunca nos pusimos en casa pero ante todo contemplar, cotillear y escudriñar a todo aquel que viaja con nosotros. Porque los aviones muchas veces también pueden transformar a la gente, permitiéndole irradiar al mundo esas manías y peculiaridades que pueden hacerte desde sonreír hasta pedirle a la azafata un bote de lejía. Bienvenidos a la galería de pintorescos pasajeros a los que tendrás que alabar u odiar durante las horas de vuelo rumbo al paraíso:

El que reclina el asiento

La persona que reclina el asiento delantero lo hace de forma súbita, como quien roba una lata de berberechos en el super o pasa cruzando el paso de cebra en rojo. Rara vez pide permiso para hacerlo y por muchos rodillazos sutiles (o no tanto) que le des en las corvas no va a cambiar de opinión. Situación tan clásica como indeseable para cualquier pasajero flojo de carácter.

El muerto de hambre

Sí, ese soy yo, más concretamente aquel día en el que perdí mi tarjeta de crédito en Cuba el día antes de tomar el vuelo y la segunda se rasgó en el datáfono de un Subway de Toronto. A partir de entonces se inició una franja de 12 horas sin dinero para comprar víveres, o en su defectos botes de Lacasitos por 10 dólares, lo más barato que había. Tras echarme una siesta soñando con un BigMac  subí al vuelo, y como resultado de un supuesto delirio, alguien me preguntó si prefería pasta o pollo. ¿Y las dos se puede? No, no, solo una. . . Supongo que más de un pasajero, a juzgar por mi ansia, dedujo que llevaba mucho tiempo sin comer.