¿Qué tendrá Marruecos que nos enamora?

Elisenda W.
Marruecos es como un amante experimentado, tiene miles de trucos y lugares para seducir a todos los corazones. Pero hoy queremos hablar de uno de esos pequeños sitios con encanto por el que ya vale la pena cruzar el Mediterráneo.

¿Será el perderse por las laberínticas calles de Marrekech, el creernos dentro de una película clásica paseando por Casablanca, o será dormir bajo el nítido cielo del Sáhara?

Un submundo que para algunos puede resultar demasiado agobiante, pero para otros será la experiencia cúspide de su viaje a Marruecos. Foto de @placid casual en Flickr.

Marruecos es como un amante experimentado, tiene miles de trucos y lugares para seducir a todos los corazones. Pero hoy queremos hablar de uno de esos pequeños sitios con encanto por el que ya vale la pena cruzar el Mediterráneo.

Es un lugar donde puedes interactuar con una serpiente mientras te tomas un zumo de naranja recién exprimido, donde sentarse a tomarse un té con menta significa convertir al vecino de mesa en tu nuevo mejor amigo… Es el zoco de Marrakech.

El Zoco nace y crece al norte de la famosa Plaza Jamaa al Fna, una muestra al aire libre de la anarquía controlada que te espera dentro. Un submundo que para algunos puede resultar demasiado agobiante, pero para otros será la experiencia cúspide de su viaje a Marruecos.

Al entrar en el Zoco un rayo de sonidos y olores extrañamente seductores te sacudirá, un paseo por sus callejuelas laberínticas y tus sentidos experimentarán sensaciones nunca antes vividas. Sentirás que has entrado en un agujero de gusano donde el tiempo no avanza a la misma velocidad.

Los carros tirados por burros se cruzarán en tu camino mientras visitas las diferentes zonas del Zoco: Tu paladar se despertará en la zona de las aceitunas y las frutas, tu piel sucumbirá en los puestos del cuero y de las alfombras, y tu cartera temblará cuando llegues al área de las joyas.

Los vendedores se abalanzaran hacia ti hablándote del Barça o del Madrid y con sus artes milenarias intentaran venderte ese producto en el que has puesto los ojos durante un segundo de más.

Te invitarán a entrar, a compartir un té con menta con ellos y hasta puede ser que conozcas a un amable guía que promete enseñarte la mejor tienda donde comprar lo que sea, es decir, la de su tío/sobrino/familiar lejano… Declinar sus ofrecimientos puede ser difícil, pero este es parte del encanto árabe.

Y si después de pasear, de sortear vendedores y de enamorarte de esta reliquia del tiempo te entra hambre, un consejo personal, acércate a un puestecito sin guiris y atrévete con unos deliciosos caracoles picantes o con las famosas entrañas de cabra.