Puparelli nos sopla a qué huelen los viajes

Mireia Broca
Hay una mujer en Barcelona que lo huele todo. Los tiburones que detectan la sangre a más de un kilómetro son aprendices de Hogwarts a su lado. Después del desayuno al que me invitó Marta Puparelli, salí convencida de que la enóloga sería capaz de oler la sangre de alguien a un kilómetro y decirte el grupo sanguíneo y cuando fue la última vez que visitó a su abuelita.

Marta Puparelli es una persona única. Si ella no existiera, según me comentan, no existiría su lugar de trabajo. Hace más de diez años que forma parte del equipo de Vila Viniteca, una de las distribuidoras de vino más importantes del país. Por su local en el Born de Barcelona han pasado celebridades como Francis Ford Coppola o Woody Allen. ¿A qué huele el buen cine?

Marta se pasa el día catando vinos. Ella no siempre se lo traga, pero “hay gente que no escupe nunca”. Más o menos, lo que estoy haciendo yo en este desayuno. Empiezo a no entender mi letra en la libreta por lo que voy al grano: ¿en qué viajes tu nariz ha sido más feliz?

Japón y el redescubrimiento del sake

Para Marta, Japón es “la meca del placer visual, gustativo y aromático”. Para ella supuso el encuentro con el sake. “Fue una experiencia brutal. Me di cuenta de la desinformación que hay en nuestro país sobre él”. Esta bebida fermentada de arroz tiene una graduación muy parecida al vino, pero “en Japón, con el sake, noté aromas que no había olido nunca en el vino”.

Visitó Masumi Sake, tal vez, la mejor bodega de sake del mundo y distribuidores de una levadura especial. “Olí a jazmín, melocotón, mango, plátano sin que hubiera estas frutas en la bebida. Fue apasionante”. Son cosas de las moléculas del aroma. El sake la inspiró. En Japón tienen un abanico muy amplio de materiales para disfrutar de la bebida. “Allí descubrí la laca y me pregunté ¿por qué tenemos que servir el vino siempre en cristal?”

Escocia o el olor del buen whisky

Siempre que puede, se escapa a Escocia. “Ellos tienen el whisky, otro mundo aromáticamente fascinante”. Según Marta, para la elaboración de esta bebida es clave el lugar de plantación de la cebada y la avena, pero sobre todo, la turba, el proceso de compactación. “Le da un perfume increíble al Whisky”.

Dos cosas cambiaron la vida de Puparelli, la fotosíntesis, “si entiendes cómo funciona una planta, el resto es mucho más fácil”, y la novela “El perfume” de Patrick Süskind. “Pensamos que todo tiene un olor, pero ¿cómo lo podemos extraer? ¿A qué huele una piedra?

Estas dos revelaciones, la llevaron hasta el mundo de la perfumería, pero se dio cuenta de que todo era demasiado cuadriculado. “La magia estaba en el vino. En su producción, intervienen tantos factores que hacen que cada año sea distinto”.

Francia, el espejo de los demás

No solo proclamó la igualdad, la fraternidad, la libertad y los tríos. Francia es, también, la capital del mundo del vino. Allí se encuentran kilómetros de viñas que marcan el paisaje de lugares como Borgoña, La Champaña o Burdeos que hasta dan nombres a variedades. Por algo será.

Según Marta, la mejor época para viajar aromáticamente a estos lugares es en septiembre. Durante la vendimia es cuando “se huele el campo, se huele a vida”. “El olor del Piemont el resto del año es el de azufre”.  

El vino italiano para los de nivel 2

“Los vinos italianos, de norte a sur, son únicos, ideales para personas que quieran dar un paso más.” Puparelli los describe “como si después de una hostia te dan una caricia”. Marta pone el vino italiano a la misma categoría que su gastronomía.

Gastronomía. Ella también huele la comida. “Puedes saber si un plato es soso oliéndolo”. Invitarla a cenar a casa es como quedar con Sebastiao Salgado para enseñarle la fotos de la vacaciones. Apto solo para valientes.

No puedo decir que, a simple vista, Marta sea la Cyrano de Bergerac catalana. Su nariz no llama la atención, pero yo no puedo sacarle los ojos de encima. ¿Habrá notado que se me ha terminado mi perfume, el que huele a mí, y me he puesto la primera muestra que he encontrado en el cajón? Bebo otro sorbo de vino para hacerle la siguiente pregunta. Mecatxis, ¿tenía que meter la nariz dentro de la copa antes de metérmela en la boca?

El nuevo mundo: Australia

Dentro de poco, Marta y su marido irán de viaje de novios a Australia. “Siempre he querido ir a Tasmania”. A ella y a su nariz le fascinan las zonas remotas en la que los sentidos pueden ponerse a prueba. Siempre que va a un lugar nuevo se pregunta cómo olerá.

“En estos países, de tradición no vinícola, priman la técnica y están haciendo vinos muy aceptables”. “Uno de los vinos más bebidos y vendidos del mundo es un australiano de menos de 5 euros”.

Jerez y el equilibrio

Marta habla de la Rioja y del Penedés, dos must como destinos olfativos y vinícolas, y también cita los vinos que se cultivan a 1.000 metros cerca de Madrid o en las montañas catalanas. Pero quiere defender una zona muy especial en la que todos los rincones desprenden un característico olor a vino: Jerez.

Allí el vino se elabora como siempre, intentando mantener el máximo equilibrio de un año al otro a través de una gran variedad y una relación calidad precio espectacular. “Los aromas son los de siempre: almendras, avellanas, membrillo… Y, además, producen vinos que pueden maridar con alcachofas, vinagre, espárragos o foie”.

Parece que entramos en el terreno del maridaje, pero Marta lo zanja rápido: “que cada cuál haga lo que le dé la gana. Yo reivindico el vino en la mesa”.

Viaja diferente: haz una ruta olfativa

A estas alturas de la botella, me pregunto si la nariz sigue a Marta o es Marta quien sigue a su nariz. Aún me confunde más cuando propone otra forma de disfrutar de las ciudades como Barcelona. “Camino por los olores. A veces los sigo y me marcan recorridos. Se pueden trazar rutas a través de los olores. El día que noto más un aroma u otro sé cómo estaré”.  

Según Marta, Barcelona tiene olores muy contrastados. “A primera hora, el Born huele a meados. A medida que se levanta el día, desde Vila Viniteca, olemos al café molido de tostador de aquí al lado y, un poco más tarde, a los pastelitos de crema de la panadería de enfrente”.

Fotos: Mireia Broca

A Marta la vida le pasa, también, por la nariz. Ella asegura que su órgano no es privilegiado, sino que se trata de educarlo. “Nos movemos por impulsos aromáticos, nos reconforta el olor conocido”.

Al final, no puedo más y confieso que se me terminó mi olor en frasco y que he tirado de lo que tenía a mano. Ella solo se limita a decir: “Yo no desprendo ningún olor” y sonríe.