¿Preparar tu cuerpo para el verano? No. Que se prepare el verano para tu cuerpo.

· HACHE ·
Que sí, que las chicas modernas pasamos de modas y convencionalismos, somos naturales como el yogur, no tenemos complejos y no nos gustan los morros morcilleros ni las caras de plástico porque en el reparto de premios elegimos cerebro… O mejor, podemos ir un paso más allá y pasar de tópicos. Que ni todas las guapas son tontas ni todas las listas llevan gafas. Y ni falta que hace.

El destape

Lo cierto es que la llegada del buen tiempo trae incorporada, por alguna extraña razón, cierta dosis de poderío carnal y lagartinaje (palabra híbrida que me acabo de inventar y me estoy imaginando cual minotauro, mitad lagarto, mitad libertinaje). Algo totalmente saludable y hasta diría que entrañable. El año es largo y hay tiempo para todo, y hacia finales de mayo, la gente pierde el pudor que ha ido acumulando con los fríos y las calorías del invierno para lucir a diestro y siniestro las carnes en todo su esplendor.

Ante todo, libertad

Cuando llega el calor, a menudo sale la verdadera hippie que llevas dentro, y sólo piensas en vivir durante semanas tumbada en la arena con el bikini y una camiseta larga como máximo atuendo. Sin embargo, hay que aceptar y querer por igual a esa feliz silvestre que pasará de la cama a la playa durante días sin pasar por el espejo como a la que necesita tener todos los elementos a su favor, llámese gel en las uñas, keratina en el pelo o colágeno en la piel.  -“Es que no es mi estilo”- , fenómeno, pero es que no tiene que gustarte a ti, sino a mí, que lo llevo, lo luzco, lo visto o lo calzo, ¿no? Como dijo Lope de Vega, “lo que es contrario a lo justo, por la misma razón deleita el gusto”. Así que igual que en mi casa se hace el clásico “chapa y pintura” de toda la vida, lo bueno es que en cada casa lo hagan a su manera, a lo Frida o a lo Beyoncé, a lo Melania o a lo Michelle, que para gustos, los colores.

Elemental, querido Watson

En este contexto es importante aceptarse a uno mismo tal como es, con sus curvas, su pelo rebelde, su cicatriz en la rodilla, sus dedos meñiques torcidos, su ojo vago… todo eso es perfectamente compatible con dejarse pulir (como a los diamantes) y luchar en salones de belleza contra una pezuña ponzoñosa de velociraptor. Todo vale si la puesta a punto se disfruta sin complejos, porque al final de lo que se trata es de inaugurar con alegría la temporada de las terrazas y los chiringuitos, las playas y las piscinas, las noches en vela, los amores de verano y las ganas de pasárselo bien sin mirar mucho con quién. Es el deseo universal de gustarse para gustar, o mejor, para gustarnos a nosotros mismos. Porque, cada uno a su estilo, sentirse bien con uno mismo es sensacional.