Planes para lobos solitarios y gente en busca de paz y tranquilidad

Glòria Fernández
Durante la semana, vives sepultado por montañas de trabajo. Visualizar la hora de salir del curro cada día y, especialmente el viernes, es aire fresco que penetra en tus pulmones. Sin embargo, la idea que tienes de disfrutar de tu tiempo libre dista mucho de un ‘afterwork’ de chascarrillo fácil con tus compañeros de empresa en un bar tan abarrotado como el puesto de degustación gratuita de un hipermercado (y según de qué sea el producto, pueden llover hostias como panes, ¡y lo sabes!). También huyes como alma que lleva el diablo de los fines de semana de quemar la visa y la pista, dándolo todo en macrofestivales bajo los efluvios del alcohol y subiendo fotos a tu Instagram con los ‘hashtags’ #MorirDándoloTodo #ComoSiNoHubieraUnMañana.     

A ti el FOMO, el FOMOMO, el FOJI, y cualquier otra forma de exclusión social con nombre de monstruo japonés y relacionada con las Redes, te las traen al pairo. Estás más cerca de Han Solo dedicado al montaje de maquetas y a la lectura de las grandes obras de la literatura rusa. O de un samurái colgando la katana y enganchándose a las manualidades y al bricolaje. Como todo eso no significa que seas un ermitaño y que odies estar con gente, no puedes evitar ponerte en ‘modo Hulk’ cuando buscas inspiración en internet para encontrar un plan o una actividad que hacer de forma sosegada fuera de las cuatro paredes de tu casa. Te comen los demonios con toda la razón, porque lo que te encuentras SIEMPRE junto a “planes tranquilos” es la coletilla de “en pareja”. ¿Pero qué invento es éste? ¿Qué pasa con los lobos solitarios? ¿O con quienes no tienen de pareja a un agaporni y les gusta dedicarse tiempo a solas? Nosotros, los genios del escapismo, expertos en que le saques todo el partido a tu tiempo libre, hemos venido al rescate.

Manualidades para todos

Admítelo. Eres feliz en tu castillo de 55 metros cuadrados (metro cuadrado arriba, metro cuadrado abajo) y te gusta dedicarte a que cada uno de sus rincones tenga tu esencia. Jarrones, marcos, pinturas y pequeños muebles llevan tu firma. Si tienes una sensibilidad especial para las manualidades, tienes a tu alcance una diversidad enorme de cursos donde perfeccionar tu técnica y aprender nuevas formas de dar rienda suelta a tu creatividad. Cestería, pintura, velas, modelaje con arcilla, macramé, recuperación y customización de muebles, ‘decoupage’… ¡No hay límites! Verás que en muy poco tiempo podrás incorporar una nueva creación a ese lugar tan especial que te queda en la sala de estar y podrás conocer a gente con tus mismas inquietudes en un ambiente distendido y tranquilo.

Tejer: querer es poder

Quizás lo tuyo es más poner a prueba tus habilidades de chef o conocer países a través de un viaje gastronómico. O puede que estés deseando llegar a casa para ocupar tu lugar favorito del sofá donde te esperan tus agujas, lanas y demás bártulos de tejer (crochet, punto de cruz, el patchwork, trapillo… lo que más te motive) para relajarte mientras te metes en vena las dos temporadas de ‘Narcos’. Sí, eres el perfecto equilibrio entre la serenidad y la violencia (como debe ser). Si quieres compartir trucos y consejos con otros puntópatas entusiastas como tú, como es una práctica que se ha extendido entre los más urbanitas, seguro que tienes más de una tienda de confianza que organice cursos, quedadas y duelos al sol para ver quién mueve las agujas con más rapidez (esto último puede que no, pero no podéis negarnos que molaría).


Perderse, encontrarse, perderse otra vez

Eres una persona exigente, marcas tus tiempos y decides a quién dedicárselos. Por eso, te encanta pasar el rato y compartir momentos con tu pequeño círculo de confianza, pero mejor en lugares donde no te pongas a hiperventilar como si estuvieras siendo perseguida por una horda de aliens. Traspasando la puerta de casa, ¿sabías que puedes callejear por tu ciudad y poder mirarla con ojos nuevos? Y lo que es más, de una forma singular y sin tener que aguantar multitudes, a través de historias de crímenes, fantasmas, de avistamientos de ovnis, o incluso disparando con el objetivo de tu cámara de fotos o grabando una película en la calle con la que introducirte además en los secretos del séptimo arte.  

Pero, a veces, lo que te apetece de verdad es perderte. Sola o en compañía, siempre y cuando sea poniendo kilómetros de distancia entre la jungla de asfalto y tú, con destino a la naturaleza. Que seas una persona que huye del bullicio no implica que no te guste ejercitarte y descargar adrenalina en la montaña o en el mar. Tras una caminata rompepiernas o un intenso paseo en kayak, ya puedes ponerte en medio de Preciados en hora punta: te sentirás tan reconfortado que no habrá en tu mente espacio para el agobio.  

Turismo Slow

Si lo tuyo es más hacer magia con el tiempo y dilatarlo hasta detenerlo mirando el mar en calma u observando el espectáculo cromático de unas montañas ardiendo en una maravillosa puesta de sol, a qué esperas para encontrar un lugar que se convierta en tu refugio especial. A unas paradas del cercanías o invirtiendo unas horas en AVE o en avión, conviértete en un ‘turista slow’. Disfruta de la vida a tu ritmo y relaja la mente y el cuerpo. Pero, en esta ocasión, en condiciones y no como hasta ahora, mirando vídeos de gatetes con un CD de cantos de ballenas de fondo.

Aunque si sientes que eres un auténtico forajido solitario y crepuscular que necesita de vez en cuando parar en su errante cabalgar (o salir de la rutina), seguro que tienes tus escondites en tu misma localidad, donde puedes volverte invisible. O donde desaparecer, aunque solo sea un rato. Un local acogedor donde, quizás no sirvan la mejor tarta de limón del mundo ni tiren las cañas de forma espectacular, pero vuelves cada vez que se te caen las paredes de casa encima o cuando quieres repararte de un día estresante de trabajo, ya sea leyendo, escribiendo o fluyendo con el suave murmullo de las conversaciones de la gente. Una cafetería, un bar, el salón de un hotel, una terraza… cuyo aire casero te atrapa y ya es como un anexo de tu propio hogar.