Sal

¡Nos apuntamos a un gimnasio! (para dejarte sin excusas)

Marta Trivi
Llega septiembre, el enero de marca blanca, y somos muchos los que nos proponemos darle un mini giro a nuestra vida. Lo importante no es hacer muchos cambios sino hacerlos bien porque, seamos sinceros, las figuritas de Naruto no las necesitamos y los libros sobre filósofos contemporáneos nunca nos los vamos a leer ¿y si nos apuntamos a un gimnasio? En Houdinis lo hemos probado y ahora podemos desmontarte tus excusas.

La capacidad de autoengaño del ser humano es fascinante. Podemos convencernos durante unos años de que las riñoneras son guays, de que los petos vaqueros son una prenda que se puede llevar en ciudad (y no está limitada a la construcción de un granero) o de que ese pantalón, que ya te has puesto cinco veces, no se te ha quedado pequeño sino que está ‘recién lavado’.

En el fondo lo sabes. Recuerdas —vagamente— que en junio no necesitabas tumbarte para abrocharte la ropa, que podías flexionar los brazos dentro de la chaqueta y que subías la escalera del metro sin pararte varias veces a coger aire. A ver, que sabes que hace unos meses no es que que fueras Chris Pratt pero, desde luego, estabas mucho más en forma. Recorrer rapidito (la arena quema) la distancia entre la orilla y el chiringuito no cuenta como ‘moverse’ si luego te pimplas tres cañas y una ración de cazón en adobo. No es precisamente un misterio la aparición de esas dos mollitas que te han salido a los lados y tampoco qué hacer para eliminarlas.

Si has pensado en apuntarte a un gimnasio, pero lo has descartado, te invitamos a reconsiderarlo. Nos hemos apuntado a uno y ahora somos tan capaces de rebatir tus excusas como de correr sin vomitar durante quince minutos (a velocidad 6 y sin mucha inclinación, que también estamos empezando)

EXCUSA 1: voy a acabar dejándolo a los pocos meses

Puede que sí o puede que no. Para hacer de algo un hábito recomiendan practicarlo sin parar durante un mínimo de 21 días. Con eso en mente, y algo de autodisciplina, es posible incorporar el deporte a tu vida diaria normal. Pero aunque eso no suceda, la experiencia no tiene por qué ser un fracaso. Si conseguimos perder el extra veraniego y aprovechar la energía del ejercicio para afrontar la temida ‘vuelta a la rutina’ la experiencia habrá valido la pena.

EXCUSA 2: es demasiado caro

Caro, lo que se dice caro, es un café a tres euros (tamaño ‘tall’), un tercio a cuatro o una camiseta de algodón, del color de temporada, a cincuenta, porque tiene un logo que la gente reconoce. Poniendo los números en la mesa, la cuota de la mayoría de los gimnasios —especialmente de los ‘low cost’— es bastante asequible y, por algo más de un euro al día, permiten entrada con acceso completo, clases colectivas, duchas y saunas, durante todo el tiempo que quieras. No olvidemos que por ser septiembre muchos centros eliminan la matrícula o la cobran a la mitad. Un ‘todo incluido’ saludable, ¿qué más se puede pedir?

EXCUSA 3: no tengo tiempo

Desde que en las ciudades aterrizaron los centros 24 horas esta excusa dejó de tener sentido. Sobre todo porque ahora los que no lo son han empezado a dilatar sus horarios, dándonos oportunidad de ir al trabajo energizados después de un entrenamiento o de quemar el estrés a la salida con una rutina especialmente diseñada para ello. Incluso los más ocupados pueden optar a entrenamientos exprés diseñados para sacar lo mejor de nosotros en tan sólo media hora. ¡Media hora! Algunos tardamos más decidiendo qué ponernos por las mañanas…

EXCUSA 4: el gimnasio es aburrido

¡Lo es! correr en la cinta es monótono, realizar series repetitivo y analizar cómo es posible que todos sean más atractivos y estén más en forma que tú es hasta un poco humillante. Contra eso, dos alternativas: aprovechar que estamos en ‘la era del smartphone’ y tirar de música y podcast para olvidarnos de todo o limitarnos a las clases colectivas en las que el ambiente, la música y el hecho de que te digan todo el tiempo lo que tienes que hacer, ayudará a perder de vista el reloj y a centrarnos en nuestras metas.

EXCUSA 5: ¡pero si soy Body Positive!

Y eso es genial, pero el hecho de que te aceptes y quieras tal y como eres no va en contra de querer mejorar y de saber que el ejercicio es bueno para tu salud. De hecho, una de las máximas del movimiento es “disfruta de lo que tienes mientras trabajas en lo que quieres” esto es, amar nuestro cuerpo y reivindicarlo con orgullo sin olvidarnos de que podemos cambiar lo que no nos convence.

CC0 License

Porque todos tenemos claro que el ejercicio es bueno y que el sedentarismo mata ¿por qué no intentarlo? Lo dejemos al tiempo o nos convirtamos en unos adictos a las endorfinas, nuestro cuerpo nos lo agradecerá. Especialmente después del maltrato veraniego.