No hay que llorar: ¡la vida es un Carnaval!

Ainhoa Marzol 3 minutos
Amo los Carnavales. Como decía Celia Cruz, son motivo de alegría: una vez al año se nos permite ser otra persona, personaje u objeto inanimado sin que nadie te arreste por suplantación de identidad. Aquellos que se quejan de que Halloween es una americanada que fomenta el capitalismo, no están llegando al fondo de la cuestión: nos gusta tanto disfrazarnos que estamos dispuestos a adoptar lo que venga porque se repita dos veces al año. A pesar de que la fecha de su celebración es variable, siempre es una buena señal de que ya queda menos para el buen tiempo (aunque esos días siempre acabe lloviendo). Vamos, una oda a la primavera que hay que celebrar por todo lo alto.

Los Carnavales se pueden vivir de dos maneras: quedándose en tu ciudad con gente conocida y más de lo mismo o aprovechando para hacer una escapada a alguna localización de estas de “una vez en la vida por lo menos hay que ir”. La primera opción tiene el encanto de disfrazarse con familiares y amigos, mientras intentas adivinar de qué puede ir tu compañero del curro sin ofender sus sentimientos. La segunda es para los más aventureros, para los que quieran beneficiarse de que siempre cae algún día de fiesta para ir a ver mundo.

El espectáculo de Brasil

Si dividimos por radios con epicentro en la península, en el más lejano tenemos los Carnavales de Río de Janeiro, que son, básicamente, la fiesta hecha fiesta. Pero, al estar al otro lado del charco, es solo para unos pocos privilegiados (y para los más espabilados que estamos pendientes de las mejores ofertas); para los demás hay un capítulo de Los Simpson, un documento histórico y absolutamente realista que hay que tomarse al pie de la letra.

Te conozco mascarita

Aquellos que quieran irse fuera pero tampoco tan lejos, tienen una cita pendiente en Venecia. También es la opción preferible para todos los fans de ‘Cincuenta sombras de Grey’ que quieran ver una representación a escala ciudad de la escena de la fiesta de máscaras. Y todo sea dicho: sin pasarse con las copitas de más que no queremos que nadie acabe cayendo a algún canal, y teniendo en cuenta que frustrar cualquier intento de operación bikini que hayamos empezado en enero merece la pena si es por comer pasta en Italia.

Una hora menos, pero una semana más

En España no nos quedamos atrás y los carnavales de Canarias se llevan el oro. Además de los concursos (de murgas, comparsas, rondallas, etc.), las cabalgatas y los cosos, los canarios eligen a su reina y ‘reinona’ del Carnaval. Antes de que RuPaul y su Drag Race llevasen a las drag queens al huracán del ojo público, Canarias -por mucha “hora menos”- siempre fue pionera en esto. Y la que se lía en el Parque Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria da para petar el Stories de #remembers.

También hay que decir que es la única región donde los Carnavales se alargan más de una semana (y si vas de pueblo en pueblo y tiras-porque-te-toca hasta Semana Santa tienes fiesta) y que permite salir en medio de febrero/marzo con algo que deje enseñar más de medio cmde piel sin pillar una pulmonía en el intento.

No hay carnavales sin disfraz perfecto

Las variables que hacen de un disfraz “El disfraz” son casi de una ecuación matemática de quinto grado. Seguro que hay alguna universidad que imparte clases en un máster de El Disfraz Perfecto al que solo se puede acceder después de hacer un doble grado de matemáticas y física. La clave, sin la autoridad que me daría haber asistido a dichas clases, es el contexto. “Dime a dónde vas y te diré quién eres”. Literal.

Un disfraz perfecto se amolda al entorno, pero destaca. Impresiona, es gracioso, es sencillo, pero al mismo no pareces un saco de patatas en él (a menos que quieras ir de saco de patatas). Y, sobre todo, no lo has visto en un artículo que te aconseja sobre disfraces.

Porque ante todo quieres ser original. Si ya es suficiente bochorno coincidir en outfit con alguien en un día cualquiera, coincidir en disfraz con alguien en carnavales cuando estas intentando ir de guay es un “Tierra Trágame” de 9,5 en la escala de Richter (si no estás verdaderamente intentando ir de guay puede ser el mejor momento de la noche, especialmente si vais de Gemelas Olsen o de Clones de Star Wars). Personalmente, mis disfraces favoritos suelen ser de personaje público algo rebuscado. Para este año estoy seriamente pensando en ir de la falsa Melania Trump: aquella mujer que iba acompañando a Donald Trump en eventos públicos este otoño vestida de Melania con unas gafas de sol enormes (y que claramente no era ella), suscitando todo tipo de teorías de conspiración.

Para los más expertos y sociables: los trajes grupales. Subrayo lo de expertos porque ser sociable y tener muchos amigos no basta. Esto requiere de una coordinación y un saber estar nunca vistos para que salga bien. Entre la lucha de egos que hay en cada grupo, el amigo pasota cuya única contribución ha sido poner un “ok” en el grupo de WhatsApp y que llega con un traje preparado en no más de 5 minutos… es un trabajo para profesionales. Pero cuando sale bien… ¡sale genial! 2018 va a ser definitivamente el año de ir de Operación Triunfo, o de vestigios de un pasado que siempre fue mejor, como de personajes de Salvados por la campana.

Y lo que es muy importante: hay que entrar en el personaje, hacerse uno con él. Conozco a Batmans que se han pasado la noche entera hablando como Enrique San Francisco, y admiro su dedicación y trabajo duro. Y esa la magia de los Carnavales: un disfraz cualquiera se puede convertir en un disfraz icónico si uno le pone ganas de pasárselo bien.

Esta inhibición que da no hacerse pasar por uno mismo hace que sean los días del año que más gente se conoce y más se liga (a la par con Año Nuevo, que hay más de uno que se toman el dicho de “año nuevo, vida nueva” demasiado en serio y va a por todas). Así, además, aprovechas para pasar San Valentín en compañía, que este año coinciden las dos fiestas en la misma semana. Si la Navidad es perfecta para estar en casa con los de siempre, los Carnavales son para abrirse al mundo sin ningún tipo de pudor.

Licensce CC0

¿Cómo no va a ser la fiesta en el que puedes ser, literalmente, todo lo que te propongas, la mejor del año?