Los siete pecados viajeros que no debes cometer nunca en Gijón

Rebeca Suarez
Gijón lo tiene todo. Si tu cuerpo pide deporte y actividad, no vas a encontrar un lugar mejor en el que descargar y recargar las pilas a base de buenos alimentos y mejor ambiente. Si te pide arte y actividades culturales, aquí tiramos la casa por la ventana todo el año. Y si te pide guerra… Gijón te da lo que quieras. ¿Cómo, que no soy imparcial porque soy gijonesa?
Gijón

Vale, lo admito. Yo soy esa Houdini a la que cuando preguntas de dónde es te dice “Gijón” y se te queda una sonrisa en la cara entre envidia sana y nostalgia. Soy la que lleva sidra de estraperlo a Madrid, la que vuelve siempre con la maleta cargada de pote, fabes y carne asturiana. La que venera las marañuelas de su abuela con una intensidad que roza lo enfermizo y sí, claro, la que lleva toda su vida adulta guiando a los amigos que se animan a visitar su tierra para que no caigan en los siete pecados del mal.

¿Que qué son los siete pecados del mal? Muy fácil, son siete pecados viajeros que nunca, jamás, debes cometer en Gijón si quieres sacar el mayor provecho de tu visita.

No lleves paraguas

Ya, ya sé que a ti te habían dicho que aquí llueve sin parar y que en Asturias estamos todo el día recreando la mítica escena de Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia, pero hazme caso: En Gijón llueve solo lo justo, y la mayoría de las veces en forma de orbayu (que es como llamamos nosotros a esa llovizna que apenas moja), así que lamento comunicarte que si tenías pensado traerte un modelito capitán de barco con el chubasquero y las botas de agua a juego, estás de mala suerte. Así que nada de paraguas. Total, ¿qué es lo peor que te puede pasar, que se ponga a llover y te tengas que refugiar visitando alguna exposición en el Antiguo Instituto Jovellanos, o visitando las Termas Romanas o el Acuario? Pues ni tan mal.

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No pidas “sidriña”

Cuando te adentres en Cimavilla, el casco antiguo de Gijón (arrebatador a cualquier hora del día y especialmente concurrido en las noches de algarabía), empezarás a sentir que tu cuerpo pide a gritos la bebida por antonomasia de estos lares: LA SIDRA (sí, todo con mayúsculas, no se merece menos). Especialmente si te asomas un fin de semana por La Cuesta del Cholo. Los gijoneses somos gente de bien y te vamos a atender con cariño y simpatía siempre, pero si no quieres que internamente te juzguemos un poquito, evita a toda costa estas dos cosas: No pidas “sidriña”, eso en Asturias no existe, pide un culín (un vaso) o una botella (tranquilo, no tendrás que tirarla tú mismo si no quieres, la zona está llena de ángeles escanciadores que te echarán una mano). Y lo más importante: nunca, jamás, te la tomes como si fuera zumo. La sidra se bebe de una tirada dejando un poquito de líquido dentro para limpiar la zona que han tocado tus labios al beber (recuerda que el vaso se comparte entre varios). Evita estos pecados capitales y podrás hacerte pasar por uno de los nuestros sin problemas.

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No te quedes solo con el centro

Gijón es una ciudad grande pero abarcable. Podrás recorrerla perfectamente a pie si te organizas bien. Es fácil quedarse atrapado visitando El Elogio del Horizonte en El Cerro de Santa Catalina, El Palacio de Revillagigedo…  y creer que extender el paseo por La Playa de San Lorenzo hasta toparse con la estatua de La Lloca del Rinconín (o en su nombre original: Monumento a la Madre del Emigrante) ya nos ha dado todo lo que teníamos que ver. ERROR. Si quieres disfrutar al máximo de tu visita es absolutamente imprescindible que te asomes (vía autobús -pasan con mucha frecuencia y hay varias líneas- o coche) a La Laboral, uno de los centros más interesantes de todo el país, donde hay exposiciones, conciertos y talleres que no te puedes perder. Además, puedes hacerte un dos en uno visitando el Jardín Botánico Atlántico. Te recomiendo echarle un ojo a su agenda y descubrir si la suerte está de tu lado y puedes disfrutar de alguna de sus originales y divertidas actividades especiales.

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No te dejes la tabla de surf en casa

Ni la bicicleta, ni los patines… Si lo tuyo es el deporte, Gijón ofrece un sinfín de posibilidades para que lo disfrutes plenamente. Pasear por la Playa de Poniente es codearse con lo más granado del deporte gijonés en todas sus disciplinas. Además, si lo tuyo son los vuelos en globo o parapente acompañados de vistas espectaculares, estás de suerte, porque iniciativas como Volar en Asturias te lo pondrán en bandeja. Por un módico precio, claro.

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No pidas (solo) cachopo

Lo sé. Está de moda. Es lo mejor. Yo sin ir más lejos soy fan y defensora a ultranza del cachopo y sigo sin entender por qué no existe un emoji que lo represente si claramente es necesario para la comunicación digital mundial. Pero, afortunadamente, no es el único manjar que encontrarás por estos lares, así que ya sabes, expande tu mente y tu paladar. Pídete unas fabes con almejas en el mítico La Galana (Plaza Mayor, 10) o un arroz con centollo de ponerle altar y velas en Ciudadela (Capua, 10). O lánzate a la aventura. Porque, palabrita de Houdini, en Gijón raro es el sitio en el que no puedas degustar buen chorizo a la sidra, escalopines al cabrales o pastel de cabracho de calidad. Saldrás rodando, sí, pero feliz.

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No te saltes la merienda

Solo porque te hayas puesto como la moñono en la comida, no quiere decir que te tengas que saltar la merienda. Después de todo, todos esos paseos y visitas a museos y lugares emblemáticos queman un montón de calorías que habrá que reponer, ¿no? El último vicio en Gijón es merendar como señores y señoras. Si te apetece una visita clásica y obligada, déjate seducir por la cafetería Dindurra (Paseo de Begoña, 11), al lado del Teatro Jovellanos. Sus precios son un poco altos, pero su aire vintage y bohemio bien merece desprendernos de un euro más. O puedes bajar un poquito más hasta Pomme Cuite (C/ San Bernardo, 70) y abandonarte al lado cuqui de la merienda mientras saboreas un croissant con pistachos o alguna de sus apetecibles especialidades.

 

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No te pierdas una

En Gijón siempre hay algo que hacer. Cuando no disfrutamos del Festival Internacional de Cine de Gijón o del Gijón Sound Festival, lo hacemos de La Semana Negra, el Festival Metropoli, el Euroyeyé o del Arco Atlántico en verano. Y tampoco nos quedamos dormidos el resto del tiempo: Una sesión de cine en versión original en el CICA (Centro de Interpretación del Cine de Asturias), un concierto en la Sala Acapulco (ambas dentro del Casino de Asturias, en Fernández Vallín, 5), una charla o un taller bajo el arropo de unas cañas en el Toma 3 (Marqués de Casa Valdés, 27), un festival en el Muséu del Pueblu d’Asturies (dentro del Recinto Ferial, al lado de El Molinón) donde ponerte fino… Vengas cuando vengas vas a tener algo que hacer. Así que ni se te ocurra venir sin sincronizar tu agenda con la nuestra, porque si quieres, no vas a parar. ¿O qué te creías, que el cachopo se quemaba solo?