Llevas años haciendo mal la operación bikini. ¡Y lo sabes!

Nadia Arenas 3 minutos
Tiene más nombres que ingredientes, solemos comerlo sin cubiertos y te ha dado tanta energía en mañanas de resaca como las espinacas a Popeye. Hablo del bikini, también llamado mixto o, para los más descriptivos, sándwich de jamón y queso.

La llegada de la primavera siempre ha estado marcada por la vuelta de las golondrinas, el estallido de las flores y tu prisa por deshacerte de esas lorzas que, en caso de accidente, amortiguarían una caída desde el mismísimo Empire State. Pero este año, hasta el moño de dietas absurdas y sacrificios titánicos, has apostado por amar tu cuerpo y empezar a disfrutar de tu particular operación bikini: la que te llevará a probar los mejores bocadillos de jamón y queso de la ciudad.

Aunque para preparar un buen mixto se necesiten muy pocos ingredientes, no hay que dejarse engañar por la aparente simplicidad de este plato. De acuerdo que meter un poco de jamón y queso entre dos rebanadas de pan no es tan complicado, pero conseguir la excelencia tiene lo suyo. Lograr el perfecto bikini, ese que nos emocionará más que saber que Bisbal y Chenoa han vuelto, precisa de la técnica adecuada, de los mejores productos y, sobre todo, de su perfecta comunión entre ellos. Si alguno falla, lo hace el resto del conjunto.

Un auténtico comedor profesional sabe qué requisitos debe reunir un buen mixto: el pan debe tener un punto crujiente y doradito, el queso ha de estar perfectamente fundido y el sabor del jamón no puede, bajo ningún concepto, acabar enmascarado por el resto de ingredientes.

Ahora bien, ¿cómo se logra todo eso? ¿Qué hay que hacer para que el sándwich no quede tan grasiento como la frente de un adolescente o más quemado que la espalda de un guiri en pleno agosto? A mí no me preguntes, que yo no tengo ni idea, pero conozco unos cuantos sitios donde son capaces de hacer que te relamas de gusto con esta santísima trinidad de la gastronomía. ¡Por lo menos conmigo lo han conseguido!

 

Bikinis para los que huyen de emociones fuertes

Tú lo tienes muy claro: para experimentos ya está la ciencia. Por eso, lo más arriesgado que has hecho ha sido comerte un potaje en pleno agosto. Además, rechazas de forma sistemática aquello que muchos llaman nouvelle cuisine y tú no dudas en calificar de mamarrachada del tamaño de una pirámide egipcia.

Así que si eres más tradicional que un posado veraniego de Ana Obregón, tengo algunas recomendaciones para ti. Por ejemplo, la Olla del Torrent, un local de Barcelona con casi 40 años de historia donde, si te quedas con hambre, siempre podrás rematar la jugada con una ligerita crepe de chocolate y nata. Otro lugar del que saldrás más que satisfecho es el Melt, una encantadora bikineria regentada por franceses en la que también encontrarás otras opciones más arriesgadas.

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En esta lista tampoco pueden faltar el Central Café, con una oferta tan saludable que tu colesterol bajará con solo leer su carta; el Mostassa, donde apuestan por productos de mercado y ecológicos; o La Nena, conocida chocolatería en pleno de barrio de Gracia que, por algo será, siempre está hasta los topes.

Bikinis para los que quieren que les sorprendan

En caso de estar más ávido de nuevas sensaciones que Calleja tras un mes encerrado en casa, has tenido suerte: el bikini de toda la vida se ha reinventado y el mercado ofrece más variedades de mixtos de las que puedas imaginar. Por ejemplo, los hay que satisfarán a los vegan friendly, los que sustituyen el clásico pan de molde por la baguette o los que cambian el jamón dulce por embutidos que ni siquiera sabías que existían.

¿Quieres apuntar unos cuantos locales a tu lista? Ahí va. En el Tierra de trufa lo peta el bikini de (cómo no) trufa negra; en el OhBo se atreven con uno trufado con jamón ibérico y brie; y en el Can Boneta los higos y el queso son los ingredientes principales de un bocata del que podrías alimentarte a diario.

Opciones para los más cosmopolitas

Tal vez quede mal que tú lo digas, pero eres una persona de mundo y a las pruebas te remites. Lo demuestran tus ansias por ligarte a un sueco de ojos azules, tu pasión por las caipirinhas y la contagiosa alegría con la que lanzas polvos de colores siempre que toca celebrar el Holi indio. Esa es la razón por la que pretendes ir mucho más allá del sándwich de toda la vida y sus múltiples reinterpretaciones.

Por ejemplo, a Francia, donde lo más parecido que tienen a nuestro bikini se llama croque monsieur. Los mismos ingredientes, la misma forma de prepararlo pero un sorprendente giro final: suele servirse gratinado con bechamel. En Barcelona, uno de los mejores lo tienen en En Aparté, un encantador y luminoso local en el que podrás saborear los mejores productos del país vecino. C’est magnifique!

El exceso hecho sándwich llega desde Portugal, de donde es originaria la francesinha, un bocata que parece inventado por una abuela que teme que su nieto se vaya a quedar con hambre. ¿Te preguntas qué lleva? Mejor pregunta qué no lleva, porque esta bomba calórica con jamón, queso, bistec, salchicha, huevo frito y unos cuantos ingredientes más no es apta para estómagos pequeños. Si te atreves a probarlo, en el Oporto te servirán uno tan exquisito como calórico.

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También en… Espera, espera. ¿Todavía sigues aquí? No puedo creer que sigas queriendo que te descubra más locales, so gulas. Venga, deja el ordenador (o el dispositivo que sea que está utilizando), levanta el culo y empieza la operación más importante de la primavera: la que hará que saborees los mixtos más deliciosos de la ciudad. Vamos, que esos michelines no se alimentan solos.