La tía favorita es la que te lleva a Disneyland® Paris

Vega Pérez-Chirinos
La única pega de cumplir los treinta sin tener hijos es que te quedas sin excusas para este tipo de planazos. Porque ir a Disneyland® Paris es un planazo, tengas la edad que tengas. Menos mal que te quedan los niños de tu familia.

En cuanto empiezan a llegar los niños a la familia (la real o la elegida, porque hay amigos que son un poco hermanos también) empiezan las disputas por ser la tía favorita, eso es así. Pero lamento comunicaros que habéis perdido, porque yo voy a ser la tía que les lleva a Disneyland® Paris. Espero. Me temo que los padres de mi entorno lean este artículo y quieran llevarles en persona… aguafiestas.   

Castillo bella durmiente

En realidad, y a diferencia de Soledad, no puedo quejarme de no haber estado nunca. Tengo la ventaja de tener una hermana ocho años menor así que en su momento fue la excusa perfecta para volver en plena adolescencia (la muy traidora volvió el año pasado. Sin mí. Ten hermanas para esto). Seguramente refunfuñé como buena quinceañera petarda, pero la que corría por el Parque como una groupie intentando conseguir los autógrafos de todos los Personajes, no os voy a engañar, era yo. Nota para coleccionistas: la mejor solución seguramente sea ir directamente al desayuno con Personajes que hacen en el Café Mickey. Claro, que si es fácil no es igual de divertido…

A la hora de organizar nuestro recorrido por el Parque (que es más grande de lo que parece en los mapas) es importante pensar en las comidas. No porque yo sea una gocha (que también), sino porque la oferta es muy atractiva: podemos desde comer en el restaurante de Ratatouille (¡quiero degustar los platos de Colette Tatou!) a convertirnos en un Wildcat, de High School Musical, por un día en la típica cafetería de instituto americano (para los que no tenéis hermanos, primos o sobrinos postadolescentes: High School Musical también es Disney y si no la habéis visto al menos un par de veces estáis fuera de onda). La opción ideal es informarse sobre los planes de comidas disponibles: además de ahorrar, muchos de los packs incluyen comidas o cenas con los Personajes. Y, atención: las reservas son fundamentales, por eso la planificación nos ayudará tanto.

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Si en mi primera visita pude disfrutar de los clásicos del Parque Disneyland® en Fantasyland, la zona con mayor concentración de atracciones para peques (y no tan peques) como las tazas giratorias, el laberinto de Alicia o el castillo de la Bella Durmiente, en la segunda me dediqué a las atracciones “de mayores” de Adventureland, como Big Thunder Mountain o la montaña rusa de Indiana Jones; aunque todo intento por aparentar ser adulta es en vano cuando llevas las imprescindibles orejas gigantes en la cabeza (y no intentéis resistiros: caeréis. Como hemos caído todos).

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Foto: Darek Rusin

Podéis disfrutar del Parque Walt Disney® Studios: orientado a un público más adulto que el Parque principal, ofrece atracciones de vértigo como Rock ‘n’ Roller Coaster o la torre de Twilight Zone, o de Art of Disney Animation, parada obligatoria para todos aquellos amantes de las películas de animación. O también Podéis ir de sofisticados y disfrutar de una copa escuchando al pianista del Café Fantasía en el Disneyland Hotel o disfrutar de las excelentes piscinas, saunas y jacuzzis que encontramos en este y en otros hoteles del recinto. Pero hemos venido a sumergirnos en los cuentos, y lo sabéis.

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Foto: David Jafra

Así que tengo que volver a Disneyland® París, porque cuando fui aún no existía mi princesa favorita y quiero emular a esa princesa, que más bien es súper heroína, en el espectáculo interactivo de Frozen (ya os dije que yo soy muy fan de los karaokes; lo que no os he dicho aún es que en el Disney’s Davy Crockett Ranch hay karaoke. De nada). Quién mejor que Elsa para refrescar nuestro verano, ¿QUIÉN?

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Y, hablando de heroínas, ¿qué decir de Rey, de la peli ‘El despertar de la Fuerza’? Ahora que el mundo Star Wars forma parte del universo Disney nuestra experiencia galáctica va mucho más allá de Space Mountain y nos permite disfrutar de una escuela Jedi. ¡Una escuela Jedi! ¿Quién no quiere pasar el verano estudiando cómo usar la fuerza?  Sin dudarlo ahí yo estaré.

Llegados a este punto, estoy segura de que no te voy a convencer de que prescindas de compartir esa experiencia con tus hijos así que, nada, todo vuestros: me iré sola y barruntaré otro plan perfecto para ser la tía preferida. Vosotros os lo perdéis. O no.