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Ir a la Fórmula 1 es más que ver a «cuatro coches dando vueltas»

María R.Medinilla
Un Gran Premio de Fórmula 1 no consiste en únicamente ver a veintipico coches disputarse los tres cajones del podio. Un Gran Premio de Fórmula 1 arranca desde el viernes, donde inicias la toma de contacto con el circuito y los monoplazas; continúa el sábado con la emoción de la clasificación; y su culmen es el domingo de la carrera. No se trata de ir a 'ver' la Fórmula 1, sino de 'vivirla'. Y uno de los mejores lugares para experimentarlo es el GP de España en el trazado de Montmeló (Cataluña).

La primera vez que fui a un circuito como aficionada lloré, pero además a moco tendido. Y no porque me quitaron todos los tapones de las botellas al entrar (que también), sino por lo que sientes cuando atraviesas sus puertas. Desde el primer segundo, la emoción invade tu cuerpo.

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Viernes

Entiendo que al principio estés desesperado por encontrar tu grada: es un síntoma común de los primerizos. La euforia es tan grande que piensas que tres días de Gran Premio no son suficientes para ver todo el tinglado que ha montado la organización. Caminas con prisa hacia tu sitio, como si la entrada no fuese numerada o hubiese riesgo de derrumbe y no pudieses verlo más. Cuando por fin llegas, sientes hasta alivio. Es lógico porque estás en «tu sitio». Tu sitio. Respira hondo.

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Después de analizar la curva, el asfalto, la grava, por donde sale y se mete el sol, y de autoconvencerte de que hiciste bien comprando en ese sector (aunque el próximo año probarás con el de al lado), tu sitio pierde todo el interés. “¿Por qué no damos una vuelta?”, te planteas. Te levantas, botella-sin-tapón en mano, y te dispones a regresar sobre tus pasos.

Bajas a la zona de merchandising y tu VISA empieza a temblar. Antes de salir de casa os hicisteis una promesa: no gastar más de lo necesario. Pero, ¡qué cojones! ¡Esto es necesario! ¿Cómo vas a estar en un Gran Premio de Fórmula 1 sin tu gorrita? ¿Y sin tu camiseta? ¡Venga va y sin la bandera tampoco! Y un llavero para tu padre, un bolso para tu madre, unas pegatinas para el compi del curro que le gustan tanto los coches, un póster de recuerdo… Cargas con tantas bolsas que te quedas sin manos, así que decides deshacerte de la botella-sin-tapón en el cubo de basura más cercano.

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Cuando te propones parar, te das cuenta de que ya se han disputado los primeros entrenamientos libres, pero al menos ya estás equipado para el resto del fin de semana. Te consuelas, pero consultas el horario para cerciorarte de que la segunda tanda no se te escape. Como hay margen de tiempo, y tienes un poco de gazuza, decides comer algo. Tu VISA vuelve a temblar.

Después de dejarte 10 pavos en un bocadillo de pan duro y en otra botella-sin-tapón, vuelves a tu sitio refunfuñando. Pero todo se te quita. Los escuchas y, de repente, todo vale la pena. Salen los coches, comienza el entrenamiento y, si bien no deja de ser una práctica libre, la adrenalina te invita a aplaudir en cada paso de los monoplazas por tu curva y a ondear la bandera de un piloto cuyo nombre te cuesta pronunciar.

Se acaba la jornada, aunque con el atenuante de que al día siguiente hay más.

Sábado

Regresas al circuito. Esta vez en tu mochila llevas tu propio bocadillo y metes latas en vez de botellas, aunque también te las quitan al entrar. Ya nada te sorprende, así que te dejas embriagar por la música procedente de una batucada que te recibe con ritmo carnavalero y te cuelas en el baile de los diablos y la bestia, tradicional de Cataluña. Entre risas y fiestas, acabas conduciendo un Fórmula 1 virtual y te sacas una foto en el pódium, que subes al Instagram sobre la marcha. Hashtags: #GPEspaña #F1 #Fórmula1 #EstoEsVida; ubicación: Circuit de Barcelona-Catalunya.

Pero con la tontería te has vuelto a olvidar de los entrenamientos. Te queda la clasificación. Y ahí vuelves a vibrar. Estás ante la antesala de la carrera. Tres rondas de sesión cronometrada que sirven para ordenar la parrilla de salida. Los pilotos de lo más alto de la tabla de tiempos están a menos de un segundo entre ellos. Carlos Sainz ha entrado en el top 10 y Fernando Alonso sufre con el McLaren por colarse en la Q3. Cae el reloj y agitan la bandera a cuadros en la línea de meta. Probablemente Mercedes y Ferrari hayan acaparado las primeras posiciones, y Fernando Alonso no haya podido terminar. No lo sabes porque desde la grada no te enteras de nada, pero te da igual. Tú los has oído, los has sentido.

A la tarde toca visitar el pit-line. Te sumerges en todo el meollo. Tienes los coches justo en frente tuyo. Las azafatas regalan souvenirs del Gran Premio. Los pilotos salen a firmar autógrafos y a tomarse fotografías con los fans. Tú te colocas donde más gente ves y esperas tu turno.  En este punto suelen suceder dos cosas: o tu móvil se queda sin batería o sin espacio.

Foto: Fórmula 1

Te marchas a casa sin latas, pero con la mochila cargada de recuerdos inolvidables.

Domingo

Y llega el domingo, el gran día: la carrera. Hoy todo importa, todo afecta: el clima y su evolución, la temperatura del asfalto, la elección de neumáticos, la estrategia de paradas, el estado del monoplaza, la condición física y anímica del piloto, el equipo. Todo.

Mientras esperas a que pasen los minutos del protocolo de salida, haces comentarios en alto acerca de qué es lo que harías tú si fueses tal equipo. Asumes el rol de Niki Lauda, porque tú has visto la peli ‘Rush’ y tienes criterio para opinar. ¡Faltaría más! Cuando comienza la vuelta de calentamiento, el rugir de los Fórmula 1 silencia tus palabras. Antes de que Charlie Whiting apague el semáforo rojo, te recorre por el cuerpo una sensación de nerviosismo incontrolable.

¡Comienza la carrera! 66 vueltas de puro espectáculo. La primera curva se convierte en un embudo, y algunos pilotos no pueden evitar tocarse; otros se salen a la grava y los de peor suerte se estrellan contras las protecciones.

Sale el safety car y las diferencias entre unos y otros desaparecen. ¡Vuelta a empezar! Eres testigo de adelantamientos, de intentos de undercuts, ¡los pelos como escarpias! Última vuelta, el podio aún no tiene nombre, los trofeos no están repartidos. ¡Última curva! Todo se decide aquí y ahora. Bandera a cuadros y final de un apasionante Gran Premio.

Tres días, tres inolvidables días llegan a su fin. Estás tan entusiasmado que te dicen de beber el champán del podio con la bota sudada de Ricciardo ¡y no te lo pensarías!

Abandonas el circuito con un único pensamiento: volver el año que viene. ¡Ah! Y queriendo asesinar a todo el que te repita “pero si son solo cuatro coches dando vueltas”. ¡Son veintipico!