Guía de castanyeres de Barcelona

Mireia Broca
Aviso: si alguien me invita a una fiesta de Halloween iré (¡cómo voy a decir que no a una buena parranda!), pero me disfrazaré de castañera.

Estoy segura de que en Internet encontraré la versión “pendona” que se requiere para la ocasión como bien nos ilustró Barney Stinson en “How I Met Your Mother“.

Porque, sí, lo reconozco, me gusta cocinar panellets (aunque he tenido que vender la colección de vinilos de mis padres para pagar los piñones), dejarme hipnotizar por el color naranja de los boniatos  y, como no soy de moscatel, beber ratafía (el Jägermeister catalán según el propietario del bar la Bauxa de Sants).

Tenemos una tradición y estoy aquí para defenderla. El sábado que viene es la Castanyada y seguro que los amigos no se negarán a alguna de las suculentas opciones que hay para celebrarla cenando fuera. De momento, y para ir abriendo boca estos días, hemos preparado una ruta gourmet por algunos de los mejores puestos de castañas de Barcelona. ¡Disfrútala!

Rambla, 120 (Ciutat Vella)

Hay quien aún la llama la castañera del Sepu por los grandes almacenes que tenían enfrente hace tiempo. Las jugosas castañas de este puesto son tan dulces como la pareja que las vende. Queda cursi, pero es así. Llevan nueve años al cargo de este negocio familiar que empezaron sus padres y abuelos hace cuarenta. Su principal clientela, excepto el día de Todos los Santos, son los turistas. Los japoneses se pirran por los boniatos.

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¿Cuánto cuesta 1 docena? 3 euros.
¿Cómo las sirven? En cucuruchos hechos con hojas de periódico y revistas (a mí me tocó la página del horóscopo).
¿Dónde comerlas? Aunque tal vez no era el sitio que me quedaba más cerca, las saboreé en los jardines de la Massana.

Diagonal con Capitán Arenas (Les Corts)

Esta parada es distinta a las demás. Unas bombillas trazan en el aire la palabra “Castañas” (da la sensación de que en verano reescribirá “mojitos” con ellas). El puesto no es de madera y el producto no se vende por docenas como los huevos, sino por medidas. El vendedor, desde hace unos cuatro años en esta localización, llena los cucuruchos con dos conos metálicos de distinto tamaño. Según él, el comprador sale ganando: entran más de doce castañas. Todas se pelan fácilmente, algo que, según me han contado estos especialistas, debe tener una buena castaña.

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¿Cuánto cuesta 1 docena? No van por docenas, sino por medidas. La pequeña vale 3 euros y la grande, 5.
¿Cómo las sirven? En cucuruchos homologados, de los que se compran hechos.
¿Dónde comerlas? En los jardines de Palau Reial.

Déu i Mata, 49 – Plaça de Can Rosés (Les Corts)

Delante de dos colegios, en una plaza y cerca de L’Illa Diagonal. Este puesto lo tiene todo. ¿La tradición familiar? También. Y es que según me contaron unos cuantos vendedores, el Ayuntamiento  ya no reparte licencias nuevas y solo permite que las que ya existen pasen de padres a hijos. Vaya, que si pensabas empezar un startup castañil lo tienes difícil.

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¿Cuánto cuesta 1 docena? 3 euros.
¿Cómo las sirven? En cucuruchos homologados.
¿Dónde comerlas? Puedes quedarte en la misma Plaça de Can Rosés o irte de compras a L’Illa, pero yo recomiendo que andes dos minutos (tres a lo sumo) y te las comas en la Plaça de Concòrdia.

Enamorats, 154 (Sant Martí)

Ahí voy (lo digo de entrada y así me lo quito de encima): estando en esta calle, las castañas de este puesto, una vez peladas, tienen forma de corazón. ¿Sabías que en inglés las llaman “chestnut”?

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¿Cuánto cuesta 1 docena? 3 euros.
¿Cómo las sirven? En cucuruchos hechos con hojas de periódico.
¿Dónde comerlas? En los Encants.

Passeig de Sant Joan, 2 (Eixample)

Llevan toda una vida en este puesto de castañas de espaldas al Arco del Triunfo. La pareja que lo lleva comenta que los padres y los colegios acuden con los niños para enseñarles la tradición. Es el sitio ideal. Aunque no lleva una falda acampanada ni los zapatos le hacen “cloc-cloc”, ella es la viva imagen de una castañera de cuento.  

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¿Cuánto cuesta 1 docena? 3 euros.
¿Cómo las sirven? En cucuruchos hechos con hojas de periódico.
¿Dónde comerlas? En la Ciutadella.

Aribau, 2 (Eixample)

A tocar de los cines Aribau. Madres e hijas venden castañas en este puesto desde 1978. Me cuentan que las castañas son sanas, tienen vitaminas y no engordan. Eso espero, ya llevo unas cuantas.

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¿Cuánto cuesta 1 docena? 3 euros.
¿Cómo las sirven? En cucuruchos hechos con hojas de periódico (lo tradicional).
¿Dónde comerlas? Sentado en uno de los bancos de los jardines de la Universitat de Barcelona.

Muntaner, 73 (Eixample)

Don Julio tiene 81 años y desde hace treinta se dedica al negocio de las castañas de un modo u otro. Ahora, echa una mano en el puesto que ha pertenecido a la familia desde hace tanto que ha perdido la cuenta. Según explica, gente de todas las zonas de la ciudad (incluidos chinos que van al restaurante de enfrente) paran los coches en medio de Muntaner para comprar sus castañas regorditas.

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¿Cuánto cuesta 1 docena? 3’90 euros.
¿Cómo las sirven? En cucuruchos homologados, de los que se compran hechos (así las castañas no se manchan de tinta).
¿Dónde comerlas? En alguno de los patios de manzana escondidos del Eixample.

Pl. de Sants (Sants)

Desde 1989 venden castañas y las tuestan a montones. Su situación, al lado de la salida del metro y en plena carretera de Sants, es privilegiada. Hay movimiento y hay colas. Van muy ajetreados y solo me dijeron que el secreto de una buena castaña es que esté buena. La culpa es mía por preguntar.

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¿Cuánto cuesta 1 docena? 3 euros.
¿Cómo las sirven?  En cucuruchos hechos en hojas blancas de impresora antigua (además de comer castañas, te entretienes cortando los bordes del papel por la línea troquelada de puntos)
¿Dónde comerlas? Evidentemente, delante del gigante de la cantante Núria Feliu (¿no queríamos tradición…?). Lo encontrarás cruzando la calle, en les Cotxeres de Sants.

Total de castañas consumidas: 96 en 8 puestos.

Conclusión final (1): la mejores castañas, según los vendedores, son las gallegas.
Conclusión final (2): si vas a comer muchas castañas, lleva agua en el bolso.

Y recordad: si os gusta Halloween porque la gente se disfraza, pensad que para ello ya está Carnaval, el salón del Manga y la boda de algún pariente lejano. Y, si aún así vais a celebrarlo, como mínimo, pillad una buena castaña. :-)

Fotos de Esther Navalón.