Fan y Troll: Oporto

Alberto Peñalba

FAN

Su historia está repleta de entresijos, su oferta de ocio es inabarcable y su personalidad fascinante.

Deslumbrados por el brillo de ciudades europeas como París, Roma o Berlín, tendemos a olvidar ciudades más modestas, con propuestas más mundanas y visitas más sosegadas. Lugares que, sin embargo, albergan tanta o más magia para quienes se atreven a explorarlos como Oporto.

Pasé allí tres increíbles días en los que jugué a perderme por las callejuelas que serpentean su centro histórico. Pese a que sus interminables cuestas pueden desanimar al viajero menos experimentado, el premio de superarlas lo merece: iglesias decoradas con azulejos, la Torre de los Clérigos, la Catedral de la Sé, la librería Llello e Irmao.

Todo ello presidido por el Duero, ese río a cuyo empeño y paciencia debe Oporto su complicada orografía. Recorrerlo en uno de los cruceros turísticos es toda una experiencia, y llegar a la desembocadura, una meta para aquellos que proceden de tierras castellanas bañadas por esas mismas aguas.

Si tienes tiempo, tampoco puedes perderte sus bodegas. Sandeman, Ferreira y Calem son solo algunos de los productores de vino de Vila Nova de Gaia, a la que puedes llegar recorriendo a pie el majestuoso puente Don Luis I. Recomendación: ve a media tarde y aprovecha para tomar unas cuantas fotos del atardecer a tu regreso.

El tiempo parece detenerse en Oporto, pero cuando menos te lo esperes tu viaje habrá terminado. Olvida la tristeza, tarde o temprano volverás.

TROLL

Dicen que Oporto posee una belleza decadente que atrapa al viajero, una melancolía perenne que lo transporta a otras épocas y lo hace caer bajo su hechizo para siempre.

También me vendieron que es una ciudad para patear, que se puede ver entera a base de estimulantes paseos, pero, olvidaron mencionar las cuestas. Las cientos de endiabladas cuestas que hacen que añores la comodidad de tu hotel a los cinco minutos de salir a la calle. Mi consejo: vuelve cuando todavía estés a tiempo.

En caso de que decidas tomarte a la ligera esta advertencia es muy probable que acabes en el crucero de los seis puentes. Suena bien, ¿verdad? Pues prepárate para cua-ren-ta y cin-co interminables minutos a bordo de una barcaza hasta arriba de guiris que recorre lentamente el Duero.

Pero no todo fue tan terrible. Tengo que reconocer que la cata que realicé en una de las bodegas en Vila Nova de Gaia sí que me gustó. Después de un día de subir cuestas que pondría en apuros al propio Josef Ajram (sí, he tenido que buscar su nombre en Google) necesitaba tomarme un respiro. Y un buen Oporto.

También debo reconocer la singularidad y belleza de la iglesia decorada con azulejos. Hablo en singular, ya me entenderás cuando estés allí y hayas visto cien iguales.

Así que si estás pensando visitar Oporto no seré yo quien te diga que no lo hagas. Eso sí, llévate calzado cómodo, y cuando vuelvas ni una sola queja de las cuestas. Ibas avisado.

Ainhoa Marzol

Ser una chica mala todo el rato no es tarea fácil.

Alberto Piernas

@AlbertoPiernas

Viajero y cuentista (en el buen sentido).