Engancharte a Pokémon Go es lo mejor que te puede pasar

Rebeca Suarez
Vamos a quitarnos las caretas. Tú, como yo, hace un mes no tenías ni pajolera idea de qué era un Zubat o una Rattata. Y mírate ahora, podrías dominar el mundo si consiguieras que todos los bichos que llevas en la mochila obedecieran tus órdenes. Qué le vamos a hacer si Pokémon Go ha llegado a nuestras vidas, así, como una ola de fuego y pokébolas.

Sí, nosotros somos de esos. De los que hace tiempo dejaron las mochilas y los juegos, y sin embargo aquí estamos, persiguiendo criaturas extrañas que sólo podemos ver a través de la pantalla de nuestro móvil. Somos los que damos un rodeo al ir a trabajar para pasar por más Poképaradas y nos detenemos en medio de la calle a lanzar Pokébolas disimuladamente.

Muchos nos tachan de inmaduros al servicio de una moda absurda que nos tiene absorbido el cerebro. Pero se equivocan. Pokémon Go ha conquistado nuestro espíritu aventurero, lanzándonos a las calles en busca de un nuevo mundo hasta ahora oculto. ¿Y qué si la batería del móvil nos dura un suspiro y los servidores de Nintendo nos han dado más disgustos que todos nuestros ex juntos? El resto de la experiencia ¡es todo ventajas!

Redescubrimos el mundo

Gracias a Pokémon Go hemos descubierto que el punto más importante de nuestra ciudad no es el monumento histórico que todos se empeñan en visitar, sino el graffiti de ese callejón hediondo que al girar nos da cada vez, mínimo, cuatro Pokébolas. Pero lo mejor es que podríamos recorrer nuestra ciudad de Poképarada en Poképarada descubriendo nuevos lugares maravillosos que de no ser por Pikachu y cia jamás hubiéramos encontrado. Cines fuera del circuito habitual, tiendecitas, heladerías y terrazas con encanto en las calles más inesperadas… Cuánto nos estábamos perdiendo. ¡Estábamos ciegos y ahora vemos!

Una foto publicada por Soibean (@funnysoi) el 24 de Jul de 2016 a la(s) 5:54 PDT

Hacemos amigos

Cuando somos más jóvenes, nadie nos dice que atesoremos esa época maravillosa en la que te puedes beber el agua de los floreros y al día siguiente subir el Everest porque una década más tarde pedirte dos tintos significa ser incapaz de hacer nada que requiera ponerte pantalones o un suje dos días seguidos. Ni que nuestro reloj biológico cambia y pasamos de ser felices koalas del sueño eterno a abrir el ojo a las ocho de la mañana sin respetar fines de semana ni fiestas de guardar. Igual que nadie nos avisa de lo difícil que resulta hacer nuevos amigos pasada una edad. Atrás quedan esos compinches de columpios que nos ganábamos con un “¿juegas?” y a correr. C’est fini a los amichis de pupitre y juergas universitarias. De mayores, lejos del curro (¿no nos vemos bastante ya en la ofi, por dios?) las probabilidades de hacer amistades son alarmantemente bajas. Y ahí estás tú, pensando que vas a tener que acabar apuntándote a clases de macramé cuando llega Pokémon Go y te dice, ¿quieres amigos? Ahí va una horda de jugadores buscando el mismo Pokémon que tú en Central Park. ¿Te queda lejos? Pues toma, una macroquedada de gente que también está loca por atrapar bichos con el móvil en tu ciudad. Y BOOM miles de amigos potenciales cerca de ti. De nada.

Y hasta ligamos

¿Y por qué parar en hacer amigos? ¿Por qué no encontrar el amor de tu vida directamente? Ese entrenador con el que te cruzas miradas furtivas mientras intentáis atrapar a la misma criatura. Esa entrenadora ágil con la que te la juegas en un combate en el gimnasio Pokémon de tu barrio… Todo son oportunidades para encontrar el amor. Y si la suerte por sí misma no es suficiente, siempre podemos tirar de aplicaciones como PokéDates, el Tinder de los que pasan de las flores porque prefieren conquistar llevando un Vaporeon con PC 816 a la primera cita. ¡Ay, el amor en tiempos de Pokémon!

//

Nos saca de casa

Di la verdad, ¿tú pensabas salir de casa con estas temperaturas, lejos del aire acondicionado y del ventilador? Era un pregunta retórica, ya sé la respuesta. No. Tú no ibas a salir a dar un paseo ni por el barrio ni por ningún sitio. Tú te ibas a quedar en casa en calzoncillos o bragas hasta que dejara de pegar la solana. Apoltronado y mustio. ¡Hasta que apareció Pokémon Go! Y descubriste que si querías ver algo en tu vida más allá de los Zubats y Rattatas que aparecen en tu salón, ibas a tener que salir ahí fuera. A explorar el mundo. A ser el Houdini que tú sabes que puedes ser. Contra todos los elementos. Porque con tu móvil en la mano y apunto de subir de nivel, eres Daenerys de la tormenta de la casa Targaryen, primera de tu nombre, la que no arde, madre de Pokémon. Esa eres.

//

Nos pone en forma

Y claro, tanto caminar, tantos kilómetros a recorrer para cazar y para convertir los huevos de las incubadoras en bichos, tú, que mirabas raro a los runners porque siempre has pensado que la única razón válida para arrancar a correr es que alguien te persiga con un machete en la mano, tú, te estás poniendo en forma. Admítelo. Si hasta has descubierto que existe una cosa llamada gimnasios. Toda la vida pensando que eran lugares mitológicos, como Narnia, Invernalia o los baños con papel higiénico más allá de las cuatro de la mañana, y resulta que no. ¡Que existen! Y no están llenos de máquinas de tortura ni de instructores que fuerzan a tu cuerpo a moverse a ritmo de reggaeton. No. Son lugares de peregrinación Pokémon donde poner a prueba a tus aliados más fuertes. ¿Quién nos lo iba a decir? Lo que nos está enseñando Pikachu.

//

Nos reconcilian con la política

Que si vaya plantel de escaños. Que si España se rompe. Que si votamos otra vez y así gana el mejor de tres. Mira, ya. Estamos agotados. Habéis acabado con nuestras fuerzas, políticos. Ya no somos ni populares ni naranjitos ni podemitas, ahora somos ¡Pokémitas!  Y no estamos solos, eh, hasta los propios políticos están tan hartos de sí mismos que se dedican a cazar en mitad de los plenos. Como en ese pleno en Barcelona en el que se coló un Eevee. Y claro, cualquiera se pone a arreglar el mundo a golpe de leyes y presupuesto cuando Eevee te mira con esos ojillos. ¿Tú podrías resistirte? ¿A que no?

//

Nos enseña que hay tiempo para todo

Al contrario de lo que las voces críticas repiten sin parar, sí es posible jugar a Pokémon Go y hacer más cosas. Podemos leer (algo habrá que hacer entre Rattata y Rattata), quedar con nuestros amigos (cerca de Poképaradas) y hasta disfrutar de una oferta de ocio plena y satisfactoria como la de cualquier hijo de vecino (porque, ¿quién nos asegura que ese Pokémon raro que no somos capaces de atrapar no esté en ese teatro, en esa piscina o en ese evento que se organiza en nuestra ciudad?).

¿Quieres más pruebas de que podemos tenerlo todo? Acércate a las oficinas de Atrápalo el próximo jueves 28 de julio a las 17:30, demuestra tus habilidades con el juego y quién sabe, a lo mejor pronto podrás echarte la mochila encima (la tuya y la del juego) para conquistar otras tierras.

Ya veis, ¿problemas nosotros por haber caído en la Pokébola de este juego? Ninguno. ¿Ventajas? ¡Todas!