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¡Encuadra! ¡Apunta! ¡Dispara! Saca la fotógrafa que llevas dentro

Glòria Fernández
¿Por qué, si no cocinas nada mal, tus platos parecen auténticos experimentos nucleares en tus fotos? ¿Qué le pasa a tu móvil cuando, tú que sí has ido al Coachella con tu ‘total look hippy chic’, te saca como si estuvieras en pleno Desembarco de Normandía con la ropa de dormir? ¿Por qué crees que tu perfil bueno se lo ha quedado tu Yo de otra realidad paralela? ¿Qué falla en los cincuenta filtros y efectos que les aplicas?

Como una replicante que toma conciencia, asumes que tienes menos gracia con la cámara que un plan detox en medio de una parrillada. Ya tienes planazo para lo que resta de verano: iniciarte en el divertido e inagotable mundo de la fotografía.

Has decidido descansar de fotos ‘foodie’, retratos ‘lo-fi’ con ropa viejuna sacada de un contenedor, frases motivacionales con tipografía cuqui sobre imágenes de paisajes y demás parafernalia ‘hipster’. Eres más ambiciosa que mantener tu Instagram nutrido de imágenes etiquetadas con una biblia de ‘hashtags’ que oscilan entre la felicidad desmedida y la desidia de postureo. ¡Quieres llegar a trabajar en el Daily Bugle como fotógrafa oficial de Spider-Man! Tus aspiraciones son en formato Cinemascope, no cabe duda. ¡Pero que nadie se atreva a quitarte la ilusión! Que digan lo que quieran, el éxito es para quienes no se ponen obstáculos. Tú ves aprendiendo a encuadrar con tu pulso de robar maracas, que los superhéroes irán surgiendo (es puro darwinismo).

Para entrar en el fascinante mundo de la fotografía, es importante empezar con un equipo mínimo que te permita interiorizar las nociones básicas, trucos y técnicas. Quizás con tu móvil y tu app de edición de imagen vas un poco corta. ¡Ánimo! ¡Sé valiente, joven ‘padawan’ del obturador y el diafragma! Lo primero es superar el mono de los filtro Valencia, Ludwig y demás efectos sobados. Tampoco hace falta que te hagas de buenas a primeras con un trípode ultraligero con joyas incrustadas, gelatinas, papel vegetal, reflectores, paraguas y demás difusores. La cámara réflex digital que tienes criando polvo en tu habitación, esa, te vendrá genial.

Existen multitud de cursos que te permitirán poner los pies (¡no para fotografiarlos, por Nick Furia!) y la mente preparada para mirar el objeto de una forma consciente. Si vas muy apurada de tiempo y no puedes permitirte hacer uno presencial, también los tienes online. Esta vez no tienes excusa.

Y las temáticas de cada uno de ellos es casi tan enorme como la lista de dioses de la mitología hindú (es muy fácil ‘graduarse’ como divinidad en el politeísmo): iniciación y nociones básicas, iluminación, retrato, paisajes, gastronómica, edición fotográfica… Deja de frustrarte intentando hacer monosos y oníricos desenfoques bokeh o de preguntarte cómo demonios se consiguen esas impresionantes fotos de cielos cuajados de estrellas y dominados por la Vía Láctea. Precisamente, aprenderás a dominar toda la técnica específica para captar el movimiento de las estrellas en las sesiones de fotografía nocturna.