Dime qué visitas y te diré con quién has hecho match

Paula Sabater 2 minutos
Tinder, Happn, el recién sacado del horno Bumble, Meetic y todas las apps para ligar, que tanto dan por saco en el día a día, pueden serte más útiles de lo que piensas. Prepara tu pulgar, tu cámara y ¡que caiga lluvia de corazones! Pero aclaro, mi consejo es solo viajando. Tinder en mi ciudad ¡es una decepción tras otra! :)

“Pero nena, ¿cómo vas a viajar sola? ¿No te aburres? ¿Por qué no vas con amigos? ¿No te da miedo?”. Cada vez que digo que viajo sola escucho la retahíla de preguntas a la que ya no solo estoy acostumbrada, sino también bastante anestesiada. Ahora ya solo atino a contestar: “Me encanta viajar sola” con una sonrisita falsa imborrable; aunque en realidad querría decirles: “¿¡Por qué no me dejan de romper las bolas* de una vez y asumen que la gente vino sola al mundo y puede recorrerlo de la misma manera!?”

Peeeero…la verdad, verdad es que nunca estoy demasiado sola cuando viajo. Y eso es lo que más me gusta: poder decidir yo cuándo disfrutar con alguien y cuándo pasarme todo el día en algún museo o repitiendo la misma foto 3 horas sin tener a nadie que me apure. Para mí, parte del placer de viajar es conocer la cultura desde dentro: hablar con la gente que allí vive, que me cuenten historias del lugar, me recomienden música o un bar que no sale en las guías, lo que sea. Y eso lo he conseguido sobre todo cuando viajo sola.

Porque no solo el viajar sola ayuda a conocer turistas que están como una, con Google Maps activado y un palo selfie en la mano (aunque esto último nunca lo haré). Viajar sola también habilita a conocer a otro tipo de “locales”.

Saca el móvil, pero solo por un rato

Hay infinidad de Apps que se usan al viajar: Couchsurfing, Blablacar, Airbnb… Con todas ellas se puede conocer gente y sacar buenos tips o consejos del lugar. Pero hay una tipología de App que he empezado a usar hace varios años al viajar y que, debo confesar, me ha dado alegrías en varias ocasiones, y son…redoble de tambores¡las apps de ligar, para no ligar! Sí señores, no solo de amor vive el hombre.

Porque ¿qué es lo que tenemos en común los solteros que estamos en Apps como esas? Ganas de salir + tiempo libre + ganas de conocer gente + realizar planes guay = ¡guía local perfecto!

No los considero dates (y ahí está la gran diferencia), sino compañeros esporádicos e itinerantes de viaje, con los que puedo compartir por unas horas su visión de la ciudad. De hecho, con muy pocos he traspasado el umbral. Son, ni más ni menos, compañeros de viaje efímeros”.  Con ellos no necesitas estar depilada ni llevar tu lencería favorita. No, solo necesitas que de primera impresión te dé buena vibra y que te plantee lugares a los que te interesa ir…y voilà, ¡ya tienes a tu Guía Personal!

Además, particularmente, soy malísima teniendo citas, pero cortada a tijera para hacer amigos (y en especial, amigos hombres. Siempre he trabajado rodeada de ellos. Soy la típica amiga varonera).

Y aquí es cuando algún que otro rezagado piensa: “¿Pero esta no dijo que le gustaba viajar sola y ahora busca guerra en campo ajeno?”. No señores, no busco guerra. Cuando viajo, no estoy buscando un amor marinero en el puerto en el que encallo por 48 horas. Mi energía está puesta totalmente en vivir el lugar (aunque ¡ojo! si de pronto mi guía mide 1.85, es moreno de ojos verdes, me hace reír y tiene charla interesante…¡tampoco es cuestión de desaprovechar los botes salvavidas, con lo escasos que son!)

Fuera de broma, ¿cómo me ha funcionado tan bien y con tan buenas experiencias? Dejando muy en claro mis intenciones de paseo y no de cita normal. Y siendo intuitiva con la persona que me ofrece ayuda (que siempre hay locos dando vueltas, estar atenta siempre ayuda). Si acepta, es el guía perfecto. Si no, ánimo chaval, ¡tampoco es el fin del mundo!

Entonces…

¿Que te apetece salir de fiesta pero no sabes dónde? ¡Match!

¿Que no quieres cenar sola una noche? ¡Match!

¿Que quieres hacer alguna ruta pero no quieres ir dónde van todos? ¡Match!

¿Qué me dejaron mis match?

Les daría el contacto de cada persona maravillosa que fui conociendo en mis viajes, pero me parece un poco abusivo para ellos, pobres.

En su lugar les diré que he comido unos tagliatelles carbonara maravillosos en un local escondido en Positano gracias a Peppe; recorrido los bares menos turísticos del Naviglio milanés bajo los consejos de Marco; he conocido pueblitos del interior del País Vasco a los que nunca hubiera llegado escuchando canciones inentendibles en euskera desde el coche de Jon; he pasado la noche más increíble del mundo mirando auroras boreales desde un pozo de agua termal de 1×1 en el medio de la mismísima nada gracias a mi amigo Kristin en Islandia; he conocido rincones de una vacía Ibiza en noviembre gracias a mi compatriota Mariano; he descubierto secretos vikingos en el museo Vasa y “navegado” en kayak por el mar Báltico en Estocolmo gracias a la gran compañía de Adam, que además era guía turístico de verdad.

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Con algunos continúo hablando y mantenemos una relación parecida a los amigos postales que había hace años, pero por WhatsApp. Con otros, hemos sido solo compañeros por horas.

Animo a quitarse prejuicios, al final, las buenas experiencias viajeras pueden estar donde menos lo esperas. Incluso, detrás de un corazón.

*Sí, insulto en argentino: romper las bolas = molestar nivel máximo.