Dime qué metes en tu maleta y te diré qué Cantabria vas a ver

Javier Silvestre Grau
Hay quien piensa que lo que metemos en la maleta antes de salir de viaje dice mucho del tipo de persona que somos. Pero hay pocos destinos en el mundo que te permiten llevarte prácticamente de todo.

Cantabria bien merece una elegante maleta de piel aunque también podrías visitarla con un simple macuto de tela si buscas aventura. Lo que no puede faltar jamás son las ganas de disfrutar y, sea la época del año que sea, algo de manga larga incluso en verano para disfrutar de unas plácidas temperaturas mientras el resto del país se achicharra de calor.
Si tu destino es Santander mete algo elegante pero informal. La capital cántabra rezuma clase en su renovada cara al mar. Si hace buen tiempo cálzate unas chanclas y el bañador, y disfruta de cualquiera de las playas del Sardinero o pasea hasta el Faro Cabo Mayor, donde tendrás una panorámica espectacular del Cantábrico sintiéndote un auténtico farero de antaño. Si prefieres deleitar el paladar, no dudes en acercarte al barrio Pesquero y entra en cualquier de los pequeños restaurantes con ventanas de madera que te ofrecerán el mejor pescado y marisco de la zona a un precio irresistible.

El look casual es perfecto para disfrutar de los vermuts que cada medio día llenan hasta la bandera la calle Vargas. No dudes en pedir una ración de rabas en el Gelín o cualquier bar aledaño. Si prefieres la elegancia en estado puro el Hotel Real es tu sitio de paso obligado. Si el precio de las habitaciones se te va de presupuesto date el lujo de tomar un vino o un café en su maravillosa terraza con vistas a la bahía.

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La Bahía de Santander por El Coleccionista de Instantes.

 

Ya te hemos advertido que llevar una chaqueta (o un jersey fino durante el verano) es imprescindible. Además te protegerá en caso de que quieras visitar la Catedral, el Ayuntamiento o el edificio del Banco de España, que albergará la primera subsede del Museo Reina Sofía. Además, en los próximos meses también contarás con el recién inaugurado Centro Botín, un referente mundial de la cultura y el arte. Y si lo tuyo son los edificios de ensueño, ponte tus mejores galas para visitar el Palacio del Magdalena, donde se rodó la serie Gran Hotel y que acoge las mejores bodas de la ciudad y eventos culturales como los prestigiosos cursos de verano de la UIMP.

[redbox text=”Si te cabe en la maleta no te olvides llevarte calzado cómodo porque Cantabria también es un paraíso para desgastar las suelas.” position=”left”]

Si eres aventurero pero no te gusta el riesgo, desenfunda unas bermudas de explorador, un chaleco a juego y tu cámara de fotos. El Parque del Cabárceno te acercará la naturaleza más salvaje. Verás osos en semilibertad, sentirás el aliento de los tigres y te sobrecogerás con el tamaño de los elefantes y jirafas. Recorre en coche o bicicleta esta parte de la sabana africana asentada sobre una antigua zona minera con más de 750 hectáreas de extensión pero ve haciendo paradas para disfrutar de rincones únicos.

La mochila, la cantimplora y las botas de montaña son imprescindibles si lo que quieres es hacer el famoso Camino Lebaniego, al final del cual se encuentra una de las reliquias más veneradas por millones de peregrinos: el Lignum Crucis. Podrás tocar con tu mano el trozo de madera más grande que se conserva de la época de Jesucristo y que, según aseguran, formó parte de la cruz en la que murió. Antes deberás llegar al Monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Si te gusta el senderismo y dispones de tres días no dudes en hacer el camino a pie desde San Vicente de la Barquera. Si tu calendario es más apretado, coge fuerzas en Potes y carga energías con un cocido Montañés (o con un Cocido Lebaniego, más propio de la zona) para atravesar una ruta única en la que atravesarás ríos, cruzarás gargantas de piedra y donde tendrás las cumbres nevadas de los Picos de Europa como vigías.
Mete también en tu mochila una linterna si te gusta la espeleología porque además de las sobradamente conocidas Cuevas de Altamira, dispones de nueve cavidades más con pinturas rupestres y formaciones geológicas dignas de Gaudí. Aunque si padeces de claustrofobia nada mejor que aprovechar la bajamar para caminar hasta el horizonte en las playas de Noja, Laredo o Santoña. Las marismas de la zona te permitirán observar todo tipo de aves aunque el mejor recuerdo que tendrás del Cantábrico te lo llevarás en tu paladar. Las fábricas de conservas son de paso obligado para degustar las mundialmente famosas anchoas cántabras aunque las almejas de Pedreña no se quedan atrás.

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Panorámica de San Vicente de la Barquera de Guillén Perez.

 

[redbox text=”Salte de la ruta habitual y visita el desconocido Museo de la Tortura, para que veas cómo se las gastaban los inquisidores.” position=”right”]

Si en tu maleta llevas un vestido de colores estridentes sólo podrás pasar desapercibido en la Batalla de las Flores de Laredo, una Fiesta de Interés Turístico Nacional que se celebra el último viernes de agosto y que es todo un espectáculo para los sentidos. Porque si te presentas de tal guisa en pueblecitos como Liérganes romperás la armonía de su precioso casco viejo lleno de casas montañesas siempre cargadas de flores.

Puede que te horrorice, pero verás a más de uno llevando chancletas con calcetines en Santillana de Mar, pero pasear por las calles de este pueblo lleno de turistas merece siempre una fotografía.

Pero si quieres saber un secreto, lo mejor de visitar Cantabria es que puedes hacerlo tantas veces como quieras y sin repetir ni maleta ni modelito.