Cosas que nunca te dije sobre un verano en La Rioja

Henar Ortega
La primera vez que fui a La Rioja fue para visitar a un curandero. Bueno, no era un curandero, era un quiromasajista que con una estimulación específica del sistema linfático te “estrangulaba las anginas”... Pero, ¡qué demonios hago hablando de mi estrangulamiento de anginas aquí y ahora! ¿Acaso quiero promover el turismo terapéutico para los que caen enfermos de anginas una vez al mes? Dios me libre, nada más lejos de la realidad…

Reseteando: vamos a lo que vamos: La Rioja, qué gran lugar. “¡Ponme un Rioja!”, espetamos siempre que podemos en la barra del bar. Pero, ay amigo, ¿y si nos acercamos a esa estupenda región? Paisajes verdes, ríete tú de Rivendel, y viñedos fastuosos, que dejan a los de Falcon Crest en bragas. Que sí que sí, que han sacado la campaña #Todoesdeotromundo y poca broma, que es bastante verdad. Y no sólo el paisaje: la de deportes al aire libre que se pueden hacer por aquí, la de visitas culturales, y la de cosas sobre vino que se pueden aprender en una visita veraniega a La Rioja.

Planes para todos los públicos y a cualquier hora del día, me he encargado de seleccionar unos cuantos y os los cuento aquí:

Para los amantes de los deportes de aventura 

Rafting en el río Iregua. Porque La Rioja también tiene aguas bravas, y a dos pasos de Logroño. Una zodiac, casco, neopreno y día de aventura y frescor del río. No te vaya a dar un sofocón con los calores del verano.


Para niños

Y no tan niños, que a ver quién es el guapo de los adultos que me lee a quien no le guste ir al zoo y ver animales: el parque Riojanatura. Hay posibilidad de visitarlo con monitor, y organizan distintas actividades con los animales. Tienen águilas, buitres, búhos, cabras, burros, ciervos… y en vuelo libre se pueden avistar cigüeñas, halcones o lechuzas.

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Para amansar a las fieras, un poquito de música

Festival de Música Clásica de Arnedillo, los 2 primeros sábados de julio. Estupendos conciertos en que participan alumnos y profesores del Conservatorio de Música de Calahorra, y músicos consagrados nacionales e internacionales. El broche final de este consolidado festival es el concierto ofrecido por la orquesta “Camerata del Prado”, dirigida por el director arnedano Tomás Garrido.

Disfrutar como niños… todos

Gymkana organizada por las bodegas David Moreno. Seguir pistas y resolver enigmas en torno al vino. No son necesarios grandes conocimientos en la materia, pero sí cohesión con tu equipo y ganas de diversión. ¿Cuántas veces has estado correteando entre barricas de un vinazo de La Rioja, y entre sus viñedos, catando un poco el producto? Cuentas este plan a la vuelta a la ciudad y no te cree nadie… ¡palabrita!

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Para los amantes de las experiencias gastronómicas inolvidables

La cena de los sentidos en el Hotel restaurante Ciudad de Calahorra, en la localidad riojana. Cena a ciegas, literal. Te ponen una venda en los ojos, y la cena y los maridajes se degustan poniendo el foco en el gusto y el olfato. Plan no: planazo con todas las letras.

Para interesados en agroturismo

¿Te imaginas poner a punto un viñedo? Tú, trabajador/a de oficina, de mesa y teclado, que no has quitado una mala hierba en tu vida… ¡Aprovecha! Buen tiempo, ambiente slow, disfrute del paisaje, comer como los lugareños a la sombra de un almendro… y hasta embotellar tu propia botella de vino en una antigua bodega de cosechero en Fuenmayor. Consulta en Riojatrek y ellos te montan el plan.

Valle-de-San-Millán

No me quiero enrollar más, pero es que hay más planes que morcillas: curso de foto rural con Eduardo Blanco Mendizábal, de National Geographic; catas teatralizadas (una experiencia que seguro que nunca has vivido, y oye, de todo hay que probar en esta vida…); vuelos en globo; rutas a caballo o en piragua; fiesta de la trashumancia; un baño entre dinosaurios en Enciso; cursos de iniciación al vino; e incluso un festival de música indie: el Fárdelej Music & Vida Festival, que tiene lugar en Arnedo. Un lugar La Rioja muy como para huir de los calores de las grandes ciudades y disfrutar de unas vacaciones inesperadamente eclécticas… y completas. Desconexión asegurada, vaya.

Y para los que no se quieran mover tanto: un buen paseo por la calle Laurel, tomando ricos vinos, hablando con la gente amable de esas tierras, y comiendo algún champiñón que otro… ¿qué más se puede pedir? El mismísimo Joe Crepúsculo recomendaba vivamente este plan en esta videoentrevista.