Sal

Carta de amor a mis padres. Porque a veces también quiero cuidar de vosotros yo

Glòria Fernández
Mamá, tú que nos has enseñado respeto hacia la diferencia como los X-Men, a ser idealista e inconformista como la princesa Leia, a mantener el ánimo arriba como Gloria Fuertes, a estar siempre preparada para lo impredecible como la teniente Ripley, a reclamar respeto como lo hicieron las sufragistas. Papá, tú que nos has presentado al Capitán Kirk y a Spock para hablarnos de amistad, que nos has enseñado a discernir entre lo bueno y lo malo, como Luke Skywalker y a ser fuerte como Imperator. Para vosotros va esta carta de amor.

Mantener unida una familia no es fácil, porque está hecha de ‘piezas’ singulares y únicas. Como decían en la película ‘La tormenta de hielo’, la familia, como Los 4 Fantásticos, es tu propia antimateria: el punto del que emerges y el lugar donde acabas. Precisa del pegamento más especial, de ese que no puede adquirise en tiendas, pero misteriosamente nuestros progenitores nos han grabado su composición secreta en el ADN.

Familia

La mayoría no vamos a poder marcarnos con ellos un ‘Carrie & Lowell’ como Sufjan Stevens, porque no hay manera de igualar tanta belleza y emoción. Pero sí podemos demostrarles que son más que las personas a las que acudimos cuando tenemos la nevera vacía, hemos salido de fiesta y no tenemos ganas de cocinar, necesitamos su coche o algo de pasta…

Porque ahora les toca viajar a ellos

La suya fue una generación que trabajó de sol a sol, renunciando a muchos sueños. Echaron raíces, pesó la responsabilidad… ¿Nos hemos preguntado lo suficiente si quizás les ha faltado sentirse razonablemente libres, por ejemplo, para viajar a su manera y tanto como hubieran deseado? Puede que dibujen el mundo a través de los imanes de nevera que les traemos de nuestras aventuras alrededor del Globo. ¿Por qué no les ayudamos a quitarse esa espinita y esta vez somos nosotros su chóferes hasta el aeropuerto? La Lanzadera de Atrápalo les coloca a un golpe de avión de ciudades con encanto como París, Londres, Lisboa o Roma –y por un precio entre 30 y 50 euros, viajando entre febrero y abril desde Barcelona o Madrid. Un capricho asequible con el que podrán levantarse para ir a disfrutar de un desayuno especial en alguna de estas capitales europeas, caminarlas, dedicarse tiempo, maravillarse con sus arquitectura y su idiosincrasia, disfrutar de su gastronomía y estar de vuelta para la cena (o, si lo desean, alargar la aventura).

A ellos les debemos los veranos de nuestras vidas y la mayor parte de nuestra educación sentimental. Nos han planteado vivencias increíbles en paisajes asombrosos de mar y montaña, y se lo pagábamos poniéndonos insoportables durante el trayecto. Quizás los planes les apetezcan hacerlos más cerca y no hace falta llevarles en coche de Montana a Nebraska, como en aquella película de Alexander Payne. Compartir con ellos una escapada por los viñedos de La Rioja o entrar en contacto con el verde de Asturias a través de la visita a sus queserías y sidrerías. Vivir Andalucía visitando sus almazaras y aprendiendo sobre las propiedades y usos del aceite de oliva o conseguir que se sientan como auténticos reyes de un castillo. Sumergirse en el pasado de ciudades como Barcelona buscando los símbolos de sociedades herméticas y fascinantes como la masónica o acercarse a las costumbres de los pescadores del Mediterráneo y del Cantábrico a través de una ruta gastronomía por Urdaibai o por la Costa Brava, dejando que calderetas y sopas de pescado de roca nos reconforten.

viajes

Porque fueron capaces de las cosas más extraordinarias

Despierta un respeto absoluto pensar que nuestros progenitores fueron capaces de las cosas más extraordinarias, a la misma vez que mantenían los pies en el suelo con el trabajo y nuestra educación. Pusieron en marcha la compleja misión de cambiar las cosas para que los que veníamos con prisa –y en andador– tuviéramos (al menos) las herramientas con las que construir el mundo que quisiéramos y un horizonte donde hacerlo. Muchos lo hicieron aguantando como guerreros en trabajos poco inspiradores, duros y (peor) poco seguros. Jornadas que no se acababan nunca, y tras las que aún les quedaba mecha para jugar con nosotros, ayudarnos a hacer los deberes o contarnos un cuento. ¡Eh, y sin redes sociales para quejarse, ni mucho tiempo para mirarse el ombligo!

Porque ahora les toca a ellos conquistar su tiempo

Devolverles toda esa paciencia y atención que tuvieron con nosotros no es tarea fácil, ¿verdad? Un primer paso puede ser ayudarles a conquistar su tiempo y a encontrar actividades que les mantengan activos, sean beneficiosas y sigan alimentando su curiosidad de niño. Y no vale que nos preparen tuppers o llevarles a los nietos para que disfruten de ellos.

Todas las acciones alrededor de los programas de inclusión ciudadana enfocados a ‘seniors’ e impulsados por los ayuntamientos tienen ese fin. El abanico de actividades en las asociaciones de jubilados y pensionistas, y centros cívicos es enorme y variado: pintura, escritura, teatro, informática, restauración de muebles, jardinería, repostería,… En muchos casos, pueden conseguir que se realice una actividad no contemplada en su centro, si su solicitud consigue suficiente respaldo de otros usuarios.  

Podrán mantenerse en forma y volver a visitar sus recuerdos de infancia –aquellos en los que se ven subidos a árboles, corriendo y saltando–, con los itinerarios de la red de vías verdes nacionales o los planes que ofrecen los numerosos centros excursionistas diseminados por toda nuestra geografía, como la observación de aves, botánica, micología y hasta cursos de preparación de ungüentos.  

Porque su experiencia es valiosa

Si, además, son unos padres que desean que sus actividades tengan un trasfondo solidario y de servicio a la Comunidad, existe el voluntariado senior, también promovido por los gobiernos locales. En ellos, su experiencia es valiosísima en competencias de asesoría; así como su tiempo para colaborar como ‘paseadores’ de mascotas en las protectoras de animales, ayudar a personas en riesgo de exclusión social o ejercer de mentores de jóvenes que hayan tenido menos posibilidades, pero quieren labrarse un porvenir, etc.

¿Por qué nuestros padres están hecho de esa pasta tan especial? Fácil. Porque entonces aún no existía la obsolescencia programada. No había kriptonita que les pusiera malos o les diera ‘bajón’. Pero el descanso está hecho también para los guerreros (y ya hace tiempo que se quejan de dolores en las articulaciones) por eso tampoco pueden faltar los mimos y el cuidado personal, como estrenar un corte de pelo hecho en peluquerías y barberías en las que ofrecen una experiencia envolvente para el cliente, o abandonarse al placer con un masaje tras completar un circuito de aguas termales.

Pero después de todo lo dicho, ser conscientes de que todavía podemos compartir con ellos todas estas cosas es el verdadero premio. Definitivamente un regalo enorme y precioso.